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Leer filosofía antigua explicada por Pierre Hadot es todo un placer. Este académico llegó a la conclusión de que la filosofía antigua grecorromana tenía como núcleo la búsqueda de un determinado estilo de vida (la vida de filósofo), comprometido con la consecución del bien moral y de la felicidad o serenidad del alma. Vista desde este prisma, la filosofía de hace dos milenios sigue teniendo una vigencia sorprendente y su sabiduría traspasa los límites de la historia. Para el que haya acudido alguna vez a psicoterapia cognitivo-conductual, quizá se le hagan incluso familiares algunos de los ejercicios propuestos por Epicteto. Porque de eso trata este libro, de preceptos y ejercicios: la filosofía es algo eminentemente práctico y toda teoría filosófica está al servicio de dicha práctica, el estilo de vida filosófico. El estoicismo tiene mucho que seguir aportándonos, como su central exhortación al ejercicio de la voluntad y de la autodisciplina, que está atravesada por una arraigada certidumbre en la libertad del ser humano. Libertad y responsabilidad van de la mano, y de eso trata la filosofía estoica: hacernos libres responsabilizándonos de nosotros mismos, emanciparnos tomando las riendas de nuestra propia vida. Personalmente, me he sentido muy enriquecida por este texto, magníficamente comentado por Pierre Hadot, autor de quien siempre recomiendo el libro '¿Qué es la filosofía antigua?'.

Una interesante introducción a los Discursos y teorías de la transición (en paralelo a propuestas occidentales como la teoría del Decrecimiento) producidos desde Latinoamérica. El autor sobrevuela las más destacadas propuestas de alternativas al desarrollo producidas en el Sur global a partir de un marco conceptual cuyo núcleo es el concepto de ontología. La tesis de Escobar es que el imperialismo occidental ha impuesto una ontología o cosmovisión, a la que llama ontología moderna, que es dualista y niega la existencia de cualquier otra visión del mundo (tachándola de "creencia", por oposición a la "realidad"), proponiéndose así destruir cualquier otro tipo de ontología. Por otro lado estarían las ontologías a las que llama relacionales, caracterizadas por una visión según la cual ningún ente pre-existe a las relaciones que mantiene con todos los demás entes, de tal modo que no existe una delimitación neta entre lo humano y lo no humano y entre los propios individuos humano. En este sentido, muchas resistencias locales al imperialismo neocolonial podrían entenderse como "luchas ontológicas" por la defensa de la propia cosmovisión. En consecuencia, lo que Escobar defiende es una transición hacia un "pluriverso" en el que quepan múltiples ontologías o "mundos".
Lectura muy recomendada para cualquier persona interesada por los contemporáneos activismos anticoloniales y ecologistas.

No sé muy bien cómo reseñar este libro, quizá porque se sale bastante del área en que me suelo manejar y lo tomé como una especie de incursión curiosa. Para resumir, podría decir que es un libro tanto teórico como práctico que presenta una visión particular sobre la naturaleza de los símbolos, de la mente humana y de la realidad que experimentamos, en una perspectiva que combina los actuales conocimientos sobre lingüística y semiótica con el bagaje de las modernas teorías y prácticas ocultistas occidentales.
Me deja con sentimientos encontrados, puesto que echo de menos cosas tan fundamentales, teniendo en cuenta el título del libro, como una definición clara de qué es la magia desde esa concepción. Además, el enfoque de la magia que propone es bastante (pos)moderno (esto no es ninguna novedad, es la premisa inicial de su planteamiento y el propio autor la explicita desde el principio) y eso me plantea una serie de dilemas respecto a hasta qué punto no es una especie de "apropiación cultural" respecto a tradiciones y cosmovisiones del pasado y de otras culturas. Al fin y al cabo, el contenido fundamental parecía ser similar al de un libro de autoayuda, sólo que con un lenguaje, una metodología y una fundamentación teórica basada en esa filosofía ocultista ecléctica y contemporánea.
No está mal, hay cosas que me han parecido interesantes y que probablemente pueda incorporar, ya que me interesa mucho la perspectiva lingüística y semiótica aplicada precisamente a la meditación, a la introspección, al diálogo interno, etc. Pero no tiene más alcance para mí, quizá porque no comulgo con el cuadro general.

El Camino hacia el Aquelarre se presenta como un libro cuyo objetivo será responder a la pregunta de «¿Qué es la Brujería?». Sin embargo, se desmarca del estilo 'neutro' propio de las disquisiciones académicas al realizar una especie de fusión entre forma y contenido: la comprensión sobre qué es la Brujería sólo se alcanza al final del mismo, una vez recorridas toda una serie de etapas preparatorias en las que el lector va recibiendo piezas de un puzle que sólo aparecerá completamente armado al llegar a las últimas páginas. No se trata de una elección destinada a alimentar el suspense que puede producir ir leyendo a la impaciente espera de la respuesta a esta pregunta inicial, puesto que entonces el lector perfectamente podría saltar al último capítulo y obtener la respuesta que desea. No, se trata de la importancia dada al propio camino para dar sentido a su meta: la idea es que la meta no puede comprenderse sin su camino. Es decir, este libro está tematizado desde su inicio como un viaje, y esta poética acompaña al lector a lo largo de todos los capítulos. Así, su estructura representa o avanza en simbiosis con su contenido, configurándose como una senda "iniciática" en el que las realidades más profundas y radicales se van entreviendo poco a poco hasta situarse finalmente cara a cara con el núcleo de la cuestión.

El texto está dividido en dos partes. En cierto modo, podrían ser leídas de forma independiente, pero esto nos haría perder la mitad del panorama y su comprensión sería incompleta. Partiendo de la distinción de Caro Baroja entre las creencias pasivas (las creencias que las personas ajenas a un grupo humano tienen sobre ese grupo humano) y las creencias activas (aquellas que el propio grupo humano tiene de sí), la primera parte del El Camino hacia el Aquelarre expone y deconstruye las creencias pasivas existentes sobre la Brujería, con el fin de limpiar nuestro camino y repararnos de las distorsiones causadas por los estereotipos y prejuicios, y sucesivamente en la segunda parte, una vez que nuestra mirada es más clara, se embarca en la búsqueda de la raíz esencial de la Brujería mediante la indagación en las creencias compartidas (el espacio en el que creencias pasivas y activas concuerdan) a través del método comparativo. Si bien la primera parte pudiera resultar más conocida para quienes ya se hayan adentrado en otros libros de historia de la Brujería (y que, para quienes no lo hayan hecho, es una excelente introducción que no requiere una especialización previa), supone un repaso fundamental como «materia prima» de la propuesta interpretativa de la segunda parte, que constituye quizá la parte más original e interesante de todo el libro.

Diría de esta lectura que me ha resultado iluminadora, aclaradora y, por decirlo de alguna manera, expansiva. Pensando al comenzarlo que cerraría el libro con una idea sobre la Brujería, lo cierro ahora con una visión de un objeto mucho más amplio, con una comprensión más profunda y desde otro ángulo de temas que van desde el druidismo hasta el neopaganismo, pasando por los elfos, hadas, demonios y hogueras que nos acompañan durante la lectura. Como estudiante de antropología social y cultural, aprecio la importancia dada por el autor a la comprensión de las prácticas y de las creencias siempre dentro de su propio contexto cultural, yendo más allá de sus aspectos meramente estéticos o formales y ahondando en el sentido profundo de su contenido. Como lectora y como persona con una sentida inclinación filosófica, aprecio el hecho de terminar el libro con más preguntas e inquietudes que cuando lo empecé.

Un acercamiento teórico interesante a la cartomancia occidental moderna. Si bien no comparto la metafísica sobre el autor, sí he encontrado relevantes sus aportaciones en cuanto a la definición de lo simbólico y del hecho de crear significados, su dimensión psicológica, sus efectos prácticos, etc.
El libro lo escogí realmente para conocer la baraja de Lenormand y descubrir si era útil combinarla con el uso del Tarot y cómo hacerlo, pero a decir verdad no siento que este libro me haya resuelto esta cuestión, a la que dedica sólo uno o dos capítulos, en comparación con todo el resto de asuntos que toca. Pero esos asuntos me han parecido interesantes, así que tampoco me voy a quejar. La forma de Dunn de explicar la cartomancia está muy influida por sus estudios lingüístico-literarios y eso es algo que me ha gustado mucho, puesto que afronta la cartomancia como un lenguaje y lo explica también en su contexto histórico y filosófico.
Me parece una lectura recomendable para quien esté interesado en investigar el Tarot en sus diversas facetas (histórica, filosófica, psicológica... y, en este caso, lingüística).

Empecé este libro con entusiasmo, porque encontré muy interesante la idea de leer una introducción al hinduismo y al budismo a través del hilo conductor de la meditación. Todo bien durante la primera parte, dedicada al hinduismo, que encontré relativamente accesible (parto de conocimiento nulo sobre la filosofía oriental) e incluso pude disfrutar de algunas de las meditaciones propuestas. Pero al llegar a la parte del budismo, la sofisticación y complejidad filosóficas empezaron a acelerar cuesta abajo y sin frenos. Llegado un punto he sentido que no merecía la pena seguir leyendo porque no estaba absorbiendo absolutamente nada. Supongo que eso no es un problema per se, pero a lo mejor habría sido más útil explicitar en la propia introducción del libro que se trata de una obra dirigida a personas que ya están familiarizadas con el budismo y tienen una buena base conceptual. En cambio, el planteamiento parecía más estilo "acércate al hinduismo y al budismo a través de la meditación, tomando los aspectos que te apelen y sin tomarlo como si fueran todo verdades indiscutibles".
Le pongo 4 estrellas porque quiero ser objetiva y entiendo que, para quien sí pueda sacar máximo partido de este libro, es realmente completo y erudito, rico en bibliografía, muy abarcante, con una perspectiva interesante... Ahora bien, a nivel personal he logrado sacarle partido sólo a la primera mitad (hinduismo e inicios del budismo) y me he sentido crecientemente frustrada según avanzaba, así que desde el punto de vista personal no le pondría más de 3/5. No creo que ni leyéndolo con algo más de detenimiento hubiera sido capaz de seguir, porque el nivel de abstracción requerido era realmente alto.

Una lectura interesante, diferente. No había oído nunca hablar de Osho y tampoco he indagado mucho más sobre este autor, pero me ha parecido un texto muy accesible y sugerente para acercarse a entender qué es exactamente el Tantra, más allá de esa versión de cartón piedra desvaído que suele llegar a Occidente de la filosofía oriental.
La heteronormatividad de este texto es flagrante, así que es inevitable sentir un poco de chirrido interno al leerlo, pero por otro lado tampoco me espero otra cosa de las "filosofías ancestrales", que tan basadas están en la idea de complementariedad masculino/femenino. Me quedo entonces con la duda por saber si existen enfoques actualizados del Tantra, que incorporen los avances en materia de LGBT y feminismo. Creo que sería interesante.
En todo caso, me ha parecido una introducción amena que me ha hecho pensar en la meditación desde otra óptica. El concepto de que el sexo puede ser un vehículo para la meditación me parece fascinante y era algo a lo que venía dando vueltas desde antes de coger este libro, así que aunque no "compre" todo lo que Osho dice, sí que me ha dado un poco más de "insight" en la cuestión.

Este libro es prácticamente una enciclopedia, por su longitud, densidad y erudición, pero es hasta ahora el libro más completo y profundo que he leído sobre el uso del Tarot como herramienta de autoconocimiento o como medio de espiritualidad. Ofrece interesantísimas reflexiones sobre el valor y uso del Tarot y proporciona utilísimas claves de interpretación a la hora de familiarizarse con los significados de cada carta y de leer las distintas cartas en relación entre sí.
No es un libro que pretender leer de seguido, puesto que tiene una aspiración de totalidad que resulta incluso abrumadora, pero los capítulos 1 y 3 son una verdadera joya para entender el uso no adivinatorio del Tarot y creo que vale la pena no saltárselos.
Para mí la lectura de este libro ha sido todo un viaje y percibo que de veras me ha ayudado a hacer interpretaciones más intuitivas, a conocer mejor la historia y el trasfondo filosófico-espiritual del Tarot, por lo que se lo recomendaría a cualquier persona que quiera ir más allá de la lectura de libros-glosario sobre cada carta.

Me he llevado una sorpresa con esta novela. Me temía el sopor de las descripciones y del ambiente de época, pero no ha sido para nada así. Me he encontrado con un libro soberbiamente capaz de hacer un retrato de época que se adentra en las profundidades de la psique de una protagonista peculiar, Emma Bovary. He sentido como si sus ilusiones y desesperanzas, sus anhelos y dolores, penetrasen mi propio corazón. Pese a que Emma no es en absoluto una heroína, al contrario, se la podría describir como una mujer caprichosa e incluso despótica, despierta un punto de conmiseración, que tiene mucho que ver también con la posición social de las mujeres en ese contexto histórico. Del mismo modo se siente compasión por personajes como el del señor Bovary y Léon Dupuis, todos ellos víctimas en distintos grados de sus propias debilidades.
Por resumir, esta lectura ha sido toda una experiencia, me ha hecho pensar y sentir, así que cierro el libro profundamente conmovida.

He encontrado muy interesante este libro, en particular en los capítulos dedicados a la pluralidad de usos del término filosofía y su relación con el contexto sociocultural de cada momento y ámbito cultural. He tenido la oportunidad también de descubrir como erróneas algunas nociones sobre la Edad Media, así como el significado filosófico de conceptos como el de ley o providencia. En este sentido, el capítulo sobre el geocentrismo me ha resultado "mind-blowing".
No me parece un texto introductorio en sentido amplio o divulgativo. Creo que requiere unas nociones básicas de filosofía clásica y de historia medieval. No obstante, tampoco es excesivamente específico. Es más explicativo que expositivo, si se me permite esta distinción. Es decir, no de trata de un manual en el que se expone el pensamiento de los filósofos medievales más destacados, sino que se trata más bien de un acercamiento general a conceptos y temas relevantes en la época, las diferencias y puntos en común entre las tres comunidades monoteístas, las influencias y perspectivas... Entonces tampoco es necesario ser un "gran entendido" sobre la filosofía medieval, al contrario.
El propio autor sugiere en la introducción y en la entrevista que actúa como primer capítulo el objetivo principal del libro: acercar la filosofía medieval a los estudiantes de filosofía (y a los que ya tienen su título), puesto que la filosofía medieval es prácticamente omitida en los currículos universitarios.
Cada capítulo es un artículo independiente, pero el autor ha hecho una buena obra de edición, de tal modo que siguen un orden lógico sensato. El estilo del autor me parece muy cómodo, puesto que estructura de forma bastante explícita el contenido (enuncia las ideas principales del capítulo al inicio, presenta premisas o hipótesis y definiciones que desarrolla ulteriormente en los epígrafes siguientes y elabora una conclusión final) y no hace un derroche de verborrea innecesaria, lo que siempre es de agradecer. Es, también, muy cuidadoso con la cuestión de las traducciones y con el uso adecuado de los conceptos para clarificar y evitar equívocos. Todo eso para mí hace el aprendizaje mucho más fácil y lo valoro muy positivamente.
En resumen, le recomendaría este libro a cualquier persona que:
-esté estudiando filosofía (o haya estudiado filosofía), para suplir, completar o corregir las (pocas o nulas) nociones que haya adquirido sobre filosofía medieval en la universidad;
-tenga interés en la historia medieval;
-tenga interés en la religión desde una perspectiva filosófica;
-tenga interés en la filosofía antigua y en sus desarrollos posteriores;
-quiera entender mejor el concepto mismo de filosofía a lo largo del tiempo (en cuyo caso recomendaría leer este libro después de ¿Qué es la filosofía antigua? de Pierre Hadot, de cuya hipótesis sobre la filosofía antigua parte el propio Rémi Brague en los primeros capítulos).

'El Utilitarismo' me parece una obra moral fundamental. Se trata de un texto accesible, lejos de la prosa ardua y densa de Kant y sin los inconvenientes de la lejanía histórica de autores como Aristóteles.

John Stuart Mill manifiesta una sensibilidad extraordinaria en su modo de concebir el utilitarismo (que, si bien no es "invento" suyo y parte de maestros como Bentham, presenta un carácter original gracias a sus contribuciones). Lejos de lo que comúnmente evoca en el lenguaje cotidiano el concepto de "utilitarismo", la ética utilitarista propugna una moral comprometida con el cambio social, con la igualdad y la justicia, con la dignidad de todos los seres humanos y con su desarrollo moral e intelectual pleno. Es capaz de aglutinar la mejor herencia del estoicismo, del epicureísmo, del aristotelismo y de las éticas kantiana y humeana: reducción del sufrimiento, potenciación de la felicidad, cultivo de la virtus, la búsqueda del principio y fundamentación de la actitud moral y la identificación del sentimiento como raíz de la dimensión moral humana. Todo ello, también, con lo mejor de la moral cristiana: universalismo, solidaridad y posicionamiento del lado de los más desfavorecidos.

A partir de este cocktail del legado de la filosofía moral, Mill plantea una doctrina ética que supera las limitaciones del rigorismo kantiano sin caer en la laxitud de perspectivas de corte "intuicionista" de la moral. Recuperando y refinando temas clásicos como la distinción entre placeres superiores e inferiores (de forma algo diferente a la epicúrea) y el carácter social de la naturaleza humana, Mill actualiza la cuestión entretejiéndola con los ideales modernos que podrían resumirse en el lema revolucionario francés "libertad, igualdad, fraternidad". Con todo ello, confecciona un sistema moral impregnado de optimismo hacia la naturaleza humana y hacia la posibilidad de crear un orden social óptimo para el bienestar de todos; un sistema en el que virtud y felicidad van de la mano (¡gran punto a favor frente a Kant!) y el sacrificio y el martirio no son ya en sí mismos la máxima expresión de la bondad (¡punto a favor frente al cristianismo!). Además, esta edición incluye un capítulo de 'Un sistema de la lógica' que plantea también un modo muy interesante de pensar la teoría y la práctica (más allá de la filosofía moral) y la relación entre ambas.

El estilo de pensamiento y de escritura de Mill logra también conjugar un empirismo sensato y razonable con un idealismo sensible a la dimensión "espiritual" de la naturaleza humana, sin absolutizarlo. Mucho más concreto, práctico y aplicable que Kant; mucho más elevado e idealista de lo que normalmente se piensa al oír términos como "hedonismo" o "utilitarismo".

En resumen, me atrevo (no siendo una experta en la materia) a afirmar que El Utilitarismo de Mill es un librillo que ha envejecido muy bien, que es sencillo y agradable de leer en la mayoría de sus pasajes y que contiene numerosos estímulos para la reflexión moral y para su aplicación práctica. Creo que no puedo decir mucho más para expresar el convencimiento que me suscita el utilitarismo tal como Mill lo plantea.

De esta novela me esperaba más, quizá por la expectativa que te da saber que la autora ha sido premiada con un Nobel. Me ha parecido una lectura ligera y, en algunos pasajes, entretenida; de hecho, me la he leído de dos sentadas en un mismo día. Ahora bien, es de esa clase de libros que cierras y "a otra cosa, mariposa". A lo mejor es su brevedad lo que me ha dado una sensación de superficialidad en los personajes. Después está la cuestión de que no entiendo algunas de las elecciones de la escritora, como los cambios de narrador, que no veo muy bien qué aportan más allá del aura de "originalidad" que da el estilo polifónico. La protagonista y su historia no me resultan del todo creíbles (de cómo pasa de esa infancia precaria a ser, en el arco de poquísimos años, una empresaria con una importante capacidad adquisitiva no se nos explica nada), así como tampoco el romance subyacente en la trama.
Me alegro de que, al menos, no haya sido una lectura larga, densa y pesada, lo que hace que lo pueda considerar al menos una lectura de entretenimiento. Por el resto, La noche de los niños no me ha dicho gran cosa, la verdad.