User Profile

Tendría este libro en mi mesilla y lo releería en bucle, una y otra vez.
Momo es, como El Principito, esa clase de libro que en librerías y bibliotecas aparece en la sección para niños porque se disfraza de fábula infantil... pero en realidad es mucho más que eso. Momo es un cuento filosófico sobre el tiempo, sobre la vida y la muerte, sobre el ser humano y la felicidad y sobre los males modernos que nos enferman el alma. Mucho se ha escrito sobre estos temas, en forma de ensayo y de tratado, pero creo que hay un verdadero mérito y una verdadera belleza en ser capaz de hablar de temas tan complejos y profundos en un lenguaje que es, nunca mejor dicho, accesible hasta para los niños. Lo verdaderamente esencial, lo que tiene que ver con la condición que todos los seres humanos compartimos, debería poder decirse en un lenguaje universal. Michael Ende logra eso, y de qué manera.
Releer este libro en este momento de mi vida ha sido una gran lección, casi una forma de terapia. Momo es una protagonista entrañable y lo son también todos sus amigos. Hay mucho que aprender de ellos y de la aventura que viven. Hoy más que nunca, Momo nos llama a salir de nuestros frenéticos ritmos modernos y empezar a vivir la vida, otra vez.
"Porque el tiempo es vida. Y la vida reside en el corazón".

Este es un libro sumamente erudito (y, en este sentido, bastante arduo en numerosos pasajes). Sin embargo, propone muchos elementos de crítica y reflexión que valen mucho la pena. Es esa clase de libro que cierras con más preguntas que respuestas, pero en un sentido muy constructivo. Fausto-Sterling pone en cuestión la "sacrosanta" ciencia y la objetividad de sus relatos. No hay investigación científica carente de intenciones ideológicas, y cuando se trata de ciencia sobre el sexo y la sexualidad esto se vuelve más evidente que nunca. ¿Por qué llamamos a la testosterona y al estrógeno "hormonas sexuales", si interactúan con órganos y sistemas del cuerpo que no tienen que ver con la reproducción ni la sexualidad? ¿De dónde viene esa noción popular de que las mujeres tenemos un cerebro con un cuerpo calloso mayor? ¿La orientación sexual está genéticamente determinada? ¿Cómo se ha conceptualizado científica y médicamente la intersexualidad? ¿Qué implicaciones tienen las cirugías de asignación de sexo para los recién nacidos intersexuales? Fausto-Sterling aborda estos temas y muchos más en este libro.
No coincido plenamente con algunas de sus conclusiones o interpretaciones, pero su trabajo investigador es, desde luego, admirable (según ella relata, ha dedicado seis años a este libro). Es la clase de libro que querría recomendar a todo el mundo por sus implicaciones (es interesantísimo aprender más sobre historia y sociología de la ciencia para mejorar la capacidad crítica), pero que es realmente demasiado "ladrillo" como para recomendarlo efectivamente. En este sentido, yo invito a leerlo sintiéndose en el pleno derecho de saltarse páginas y párrafos enteros. 'Cuerpos sexuados' tiene una faceta divulgativa, pero a la vez no renuncia en absoluto a ser un libro académico, por lo que a menudo se dilata en relatos muy detallados de determinadas disputas científicas que quienes no somos expertos del área podemos mirarnos perfectamente por encima porque, de todos modos, tampoco recordaremos todos los pormenores del asunto para cuando acabemos de leer. Lo mismo pasa con las notas, que están especialmente dirigidas al lector especializado. Hace falta paciencia para no desmoralizarse con esos pasajes eruditos (en este sentido, si Fausto-Sterling tenía esa intención de hacer un libro a la vez académico y divulgativo, creo que podría haber cuidado más la faceta divulgativa o bien, directamente, haber hecho dos libros), pero merece la pena si logramos quedarnos con lo esencial de cada capítulo.

Termino este libro con una cierta ambivalencia. No puedo negar que la trama me haya enganchado, pero he llegado al final con un sabor un poco agrio. Hace tiempo que estoy deseosa de literatura en la que las amistades femeninas, o las relaciones entre mujeres en general, no sean un mero suplemento muy secundario en la trama, y por eso acogí este libro con entusiasmo. Sin embargo, estoy un poco hastiada de encontrarme una y otra vez relaciones envenenadas, plagadas de envidias, traiciones y conflictos latentes que nunca se enfrentan por las buenas. Es cierto, sí, que estos son los elementos que, siendo realistas, plagan nuestras vidas de carne y hueso, y yo no me sumerjo en los libros buscando necesariamente mundos de yupi en los que no existan los problemas. Pero sí me sumerjo en los libros buscando enriquecerme, ver más allá, y por eso encuentro poco agradable toparme con personajes que no se redimen, que parecen llegar al final envueltos en la fatalidad de sus destinos. Las relaciones bellas, sean las amorosas o las amistosas, no son las relaciones sin problemas, sino las que se construyen en el tiempo afrontando constructivamente tales problemas, fortaleciéndose, enriqueciendo a sus miembros durante y después de los baches.
Con todo, la escritura de la autora me parece perfectamente pulida. Sus personajes tienen el mérito de ser realistas, desde luego; no los he encontrado especialmente estereotipados. Los paisajes de la trama son también muy ricos y siento que me he podido sumergir y empapar en ellos... pero me habría gustado encontrar un poco más de felicidad o entusiasmo por la vida para la protagonista.

He disfrutado mucho leyendo este libro por las múltiples capas que tiene. No es un manual de poliamor, sino una investigación alrededor del modo en que la monogamia articula la sociedad y los afectos. Porque esa es una de las tesis principales de este libro: la monogamia no es una práctica, o no sólo; es un sistema. Pero su crítica no es sólo hacia la monogamia, sino también a los poliamores que se presentan como tales pero que, por debajo, siguen replicando dinámicas monógamas o están impregnadas de neoliberalismo. Por eso logra ser un análisis exhaustivo: no idealiza el poliamor, habla de responsabilidad afectiva, de límites, de redes, de superar el individualismo y el consumismo afectivo.
Son numerosos los elementos que invitan a una reflexión, pero a una reflexión encarnada, que pone en el centro nuestra vida y nuestra forma de pensar los amores y las identidades. Porque eso mismo es lo que hace Brigitte Vasallo: escribir desde sus propios afectos y experiencias, no desde la nube del discurso teórico. Ha sido, por tanto, una lectura muy estimulante sobre la que me quedo pensando. Siento que este libro y las ideas que me ha suscitado me ponen un poco más cerca de liberar más mis propias relaciones. Una de las cosas más bellas sobre las que me ha hecho reflexionar no es el amor... sino lo que comúnmente llamamos amistad, como si fuera cosa distinta o separada del amor. En lo personal, he pensado sobre las amistades femeninas que he tenido en mi vida o a las que aspiro; en las lealtades, apoyos y cuidados que se dan entre amigas y que consciente o inconscientemente acabamos poniendo en segundo plano respecto a los furores románticos que llegan nuevos a nuestra vida.
Creo que, en suma, es una lectura imprescindible en lo que tiene que ver con las relaciones y la afectividad en general.

Si le doy 4 estrellas y no 5 es por dos razones:
-He disfrutado especialmente la primera y la tercera parte, mientras que sobre la segunda tengo aún mis reservas. La analogía entre la nación y la monogamia me parece un poco forzada en algunos puntos, si bien es cierto que la identidad nacional y la identidad de pareja monógama tienen elementos en común que muy agudamente señala la autora.
-En algunos pasajes de dicha segunda parte he tenido la impresión de que la narración volcaba casi todo el problema de la monogamia en el surgimiento de la Modernidad y su imposición a nivel global a través del colonialismo. Estoy parcialmente en desacuerdo con esto, pero más que nada por una cuestión de enfoque: en mi opinión, no se trata tanto de deconstruir sólo la monogamia, sino también cualquier otra forma normativizada socialmente de regular relaciones y afectos con criterios que no estén basados en el binomio libertad/responsabilidad afectiva. En este sentido, no entiendo muy bien su discurso sobre la poligamia islámica. Estoy de acuerdo en el intento de superar nuestra mirada etnocéntrica, aún teñida por el cristianismo, pero si es deseable para "nosotros" superar nuestro modelo cultural de relación (monogamia consecutiva), entiendo que sería interesante también para el resto de hombres y mujeres del mundo liberar sus relaciones y afectos de los mandatos de sus respectivas culturas. No me queda claro cómo piensa Vasallo respecto a esto.

Me lancé a leer 'El Paraíso en la otra esquina' tras haber indagado sobre la figura de Flora Tristán y haber desarrollado una gran fascinación por su recorrido de vida. Al saber que alguien había decidido novelarlo, me sentí muy decidida a leerlo.
El balance una vez concluida la lectura es contradictorio: he disfrutado mucho los capítulos que tenían a Flora por protagonista, pero he tenido que empujarme a rastras a través de los capítulos sobre Gauguin. Seamos francos y directos: Gauguin es un depredador sexual, un pederasta incluso, cuya defensa de la vida "primitiva" parte de una mirada profundamente etnocéntrica, hasta racista. En cambio, Flora Tristán dedicó los últimos años a lo que para ella era la "causa de la humanidad": la denuncia de la injusticia y de los abusos y la promoción de una unión internacional de la capa más maltratada de la sociedad, los trabajadores y trabajadoras.
La lectura de los pasajes centrados en Gauguin me ha hecho preguntarme insistentemente sobre cuál es la línea que separa al autor del narrador (en este caso, identificado con el protagonista, aunque en tercera persona) y, por tanto, hasta dónde se le pueden exigir responsabilidades al autor sobre las actitudes de su personaje, más en este caso en el que se trata de un personaje basado en alguien real. Vargas Llosa no expresa juicios de valor propios sobre las conductas y juicios que atribuye a Gauguin. Entonces... ¿es sólo Gauguin el que puede ser criticado, o también Vargas Llosa?
Me inclino finalmente por señalar al escritor por una razón: su elección temática. La novela se presenta a sí misma como un intento de poner a Flora y a Gauguin en un mismo plano, en espejo. Forzando como similitud que ambos buscan un "Paraíso" y que, por el contrario, tienen visiones "opuestas" sobre el sexo (lo cual ya me parece un planteamiento reductivo), se les expone como simétricos o entrelazados. En ningún momento parece que la balanza moral se incline hacia Flora, en ningún momento se problematizan o ponen en cuestión las actitudes machistas, prepotentes, racistas y casi narcisistas de Gauguin. Me da la impresión de que, en ausencia de juicios de valor explícitos, Vargas Llosa se posiciona de forma equidistante. Pero la equidistancia es ya un juicio de valor, aunque sea implícito...
En última instancia, no pretendo censurar este libro. Todo lo contrario. Creo que es una novela muy, muy bien documentada (o al menos puedo juzgarla tal en lo que a Flora Tristán se refiere, pues desconocía la biografía de Paul Gauguin) y que, como tal, acerca el valiosísimo relato de la mujer tan fascinante y pionera que fue Tristán. Pero no le pongo una puntuación mayor porque lo francamente asqueroso que he encontrado el relato de Gauguin y el modo de relatarlo me ha dado ganas de abandonar la lectura o de leer sólo los capítulos sobre Tristán.

En 'Accabadora' he encontrado una historia entrañable, ambientada en una Cerdeña aún sumergida en su tradición, escrita con mimo en una prosa ágil y ligera. En cada página me ha parecido escrita desde el cariño hacia la tierra sarda y hacia el carácter de sus gentes. Aun siendo una narración breve y directa (y de hecho he podido leer toda la novela en un solo día), es cautivadora y conmovedora: en medio de la humilde vida campesina también se desenvuelve cotidianamente el drama que habla sobre lo que significan la vida, la muerte... y la familia.

El debate moderno sobre la eutanasia no es tan moderno, y Bonaria Urrai, encarnación de la legendaria femmina accabadora sarda (sobre cuya existencia real, en realidad, no hay consenso), condensa en su personaje ese doloroso tabú, la difícil posición moral y el peso cargado sobre los hombros de quien recibe el deber de procurar "la buena muerte" a los moribundos. A su vez, a Maria Listru la acompañamos con la lectura en su propio desarrollo y crecimiento, desde su infancia hasta el inicio de su vida adulta, en el recorrido que supondrá haberse convertido en hija de la misteriosa Bonaria. La relación entre ambas es el verdadero corazón de este libro, que me deja con los pensamientos y la imaginación tan abiertos...

El 'Manifiesto contra el trabajo' es una mordaz y persuasiva crítica al trabajo asalariado y el papel central que ha adquirido en la organización de la vida social. Su tono directo y conciso le permiten ser una lectura accesible, si bien habría disfrutado con una profundización sobre algunos de los temas propuestos. Entiendo que el objetivo de esta obra no era el de presentar una exposición exhaustiva sobre la historia de la imposición del trabajo y sus consecuencias, sino más bien una invitación a la reflexión crítica y a la acción emancipadora, por lo que no lo critico en este sentido.

Creo que es una lectura imprescindible para cualquier persona interesada en el cambio social, puesto que, como muy bien argumenta el Grupo Krisis, no hay emancipación posible sin la puesta en cuestión de esta categoría, la del trabajo, que a menudo es tan huidiza y ha sufrido profundas distorsiones en las diversas interpretaciones que ha recibido.

'Los renglones torcidos de Dios' es una novela capaz de mezclar lo escalofriante de un escenario como es el de un hospital psiquiátrico de finales de los 70 con lo rocambolesco de una trama que siembra la duda en la mente del lector desde su primer capítulo y la hace crecer más y más hasta llegar a su conclusión. Salud y enfermedad mental se enfrentan entre sí, se confrontan y se entrelazan en combinaciones a veces difíciles de desentrañar. La 'ciencia de la psique' no lo tiene tan fácil a la hora de escudriñar en la mente en pos de un diagnóstico, y este nudo de complicada solución es el drama con el que Luca de Tena pondrá a prueba al propio lector página a página.

El delirante panorama presentado en el planteamiento de la obra se ve reforzado por conocer el hecho de que el autor se hizo internar él mismo para hacer un "trabajo de campo" con el que ambientar su historia. Saber que el relato sobre muchos de los casos clínicos reflejados en 'Los renglones torcidos de Dios' están basados en casos reales, conocidos por el autor, confiere cierta dureza a la lectura. Y por eso vale tanto la pena. En nuestro día a día, la mayoría no estamos acostumbrados a pensar en la existencia de esos «pobres locos, esos "renglones torcidos", esos yerros, esas faltas de ortografía del Creador» (en palabras de uno de los personajes internados de la novela) y en sus condiciones de vida, pero Luca de Tena nos obliga a asomarnos a esta realidad y a reconocer la indispensable labor de los profesionales sanitarios a cargo, sin idealizarlos ni ocultar tampoco los abusos que desde la psiquiatría se han cometido.

En síntesis, 'Los renglones torcidos de Dios' aúna el misterio de la investigación de un crimen con las complejidades de una realidad social poco conocida (esos "mundos" dentro del mundo que son los centros psiquiátricos) en una mezcla que, sobre todo a partir de la mitad, te absorbe y te desafía.

No le he dado 5/5 porque no lo he encontrado perfecto. He visto asomar algún que otro laísmo y, sobre todo en la primera mitad del libro, ciertos pasajes me han resultado algo lentos. Me habría gustado también un mayor desarrollo (o mayor complejización) de ciertos personajes. No obstante, no estoy de acuerdo con las críticas de algunas reseñas hacia el carácter de la protagonista: dicho carácter cumple las funciones del papel que al personaje le toca, ni más ni menos.

Le he dado 5 estrellas a este libro, pero porque no puedo darle más. He leído cada página de '¿Qué es la filosofía antigua?' con ilusión, con avidez, con auténtica fascinación. Posiblemente sea uno de los libros sobre filosofía que he leído con más ilusión y avidez (si no el que más). Propone una inmersión en el mundo antiguo con una perspectiva profunda, novedosa (respecto a cómo se acostumbra a hablar de filosofía) y, por tanto, apasionante. No volveré a pensar la filosofía (y, en particular, la filosofía griega) de la misma forma después de haberlo leído.

¿Qué me esperaba de este libro, partiendo de su título? Una especie de manual que explicase las doctrinas de los filósofos clásicos (presocráticos, Sócrates, sofistas, Platón, Aristóteles): explicaciones exhaustivas sobre la teoría de las ideas, del amor platónico, de la metafísica aristotélica...
¿Qué me he encontrado? Precisamente un enfoque muy diferente al de los manuales, al de la enseñanza típica de la filosofía, tanto en institutos como en universidades. Me he encontrado una agudísima y apasionante reinterpretación (o, más bien, reconstrucción) del auténtico significado de la filosofía en su mismísimo origen. La tesis de Hadot es que, a diferencia de cómo la concebimos ahora, en aquel entonces la filosofía no era sólo un discurso, sino también (y ante todo) una elección de forma de vida. Partiendo de esta tesis, las distintas partes de la filosofía (física, metafísica, teoría del conocimiento, ética) adoptan una perspectiva completamente diferente. Así, recorren este libro reflexiones sobre la tarea del filósofo, la noción de sabiduría, la relación entre el discurso filosófico y la vida, la palabra oral y la palabra escrita, la enseñanza de la filosofía y el papel de las escuelas y, posteriormente (en la Edad Media), las universidades... todas ellas de gran actualidad.

Es, desde luego, una lectura que consideraría imprescindible para cualquier persona interesada en la filosofía, en el mundo clásico, en el desarrollo personal y en estilos de vida inspirados en el estoicismo o, incluso, en filosofías orientales (como el budismo o el taoísmo), por los paralelismos posibles en lo que se refiere a la concepción de la sabiduría. Pero no sólo; se lo recomendaría también a personas con intereses en psicología y pedagogía, puesto que, tal como Hadot expone, la filosofía antigua prestaba mucha atención a la cuestión de la formación como persona lo que dio pie tanto a indagaciones sobre las pasiones y los placeres, sobre las causas de la desdicha y los modos de alcanzar la tranquilidad del alma, como a reflexiones en torno a la cuestión de la enseñanza: ¿cuál es la mejor manera de formar?, ¿cómo debe ser la relación entre maestro y discípulo? Sobre estos temas, los antiguos tienen mucho que enseñarnos.