En un discurso de junio de 1941 recogido por los servicios secretos de Estados Unidos, el responsable del partido nazi (Gauleiter) para dicha zona administrativa, August Eigruber, resumía así su periplo hasta llegar a la deportación: Cuando ocupamos Francia el año pasado, el señor Pétain nos dio a esos 6.000 españoles rojos y declaró «No los necesito, no los quiero». Ofrecimos estos 6.000 españoles al jefe del Estado Franco, el caudillo español. Rehusó y declaró que nunca admitiría a esos españoles rojos que lucharon por una España soviética. Entonces ofrecimos los 6.000 españoles rojos a Stalin y a la Rusia soviética [...] y el señor Stalin con su Komintern no los aceptó. Ahora están establecidos en Mauthausen estos 6.000 combatientes rojos, trabajadores [...] allí están para siempre [...] No podemos asentarlos en ninguna parte ¿Qué se supone que debemos hacer?
Este libro contiene infinidad de anécdotas y vivencias, y un repaso bastante completo a la historia de la relojería. Es también un alegato por una profesión casi extinta, mezcla de artesano, científico e ingeniero. Una lectura muy amena. Está bien escrito y se hace fácil de leer. Por ponerle una pega, las partes dedicadas a vivencias personales de la autora se hacen un poco repetitivas y con algo de autobombo. Su lectura ha sido algo especial para mí, porque mi padre fue relojero, y me ha traído muchos recuerdos de cuando lo veía trabajar en su taller, limpiando y reparando las minúsculas piezas una a una, con las mismas herramientas que se mencionan en el libro.