Y es que, aunque en muchas ocasiones se ha querido equiparar la suerte de la oposición monárquica con la del resto de los grupos antifranquistas, lo cierto es que siempre fueron objeto de un tratamiento muy distinto. En contraste con la brutalidad con la que era reprimido cualquier movimiento desde la izquierda, las represalias contra los sectores juanistas y tradicionalistas —que, a través de Fal Conde, presentaron igualmente en agosto de 1943 su reclamación de una monarquía tradicional— se guiaron por la contención. De esta manera, sus defensores no se encontraron prácticamente nunca ante la tesitura de tener que cruzar el Rubicón hacia el verdadero antifranquismo.
Este libro contiene infinidad de anécdotas y vivencias, y un repaso bastante completo a la historia de la relojería. Es también un alegato por una profesión casi extinta, mezcla de artesano, científico e ingeniero. Una lectura muy amena. Está bien escrito y se hace fácil de leer. Por ponerle una pega, las partes dedicadas a vivencias personales de la autora se hacen un poco repetitivas y con algo de autobombo. Su lectura ha sido algo especial para mí, porque mi padre fue relojero, y me ha traído muchos recuerdos de cuando lo veía trabajar en su taller, limpiando y reparando las minúsculas piezas una a una, con las mismas herramientas que se mencionan en el libro.