Esto lo desconocía completamente.
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Especialmente interesado en ensayo histórico o científico. De vez en cuando vuelvo sobre algún clásico, como Galdós, García Márquez, Borges, Sherlock Holmes, etc. English reader, too. Mastodon: ElPamplina@masto.es
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El Pamplina quoted Juan de Mairena by Antonio Machado (El Libro de bolsillo. Sección Literatura ; 855))
La blasfemia forma parte de la religión popular. Desconfiad de un pueblo donde no se blasfema: lo popular allí es el ateísmo. Prohibir la blasfemia con leyes punitivas, más o menos severas, es envenenar el corazón del pueblo, obligándole a ser insincero en su diálogo con la divinidad. Dios, que lee en los corazones, ¿se dejará engañar? Antes perdona El -no lo dudéis- la blasfemia proferida, que aquella otra hipócritamente guardada en el fondo del alma, o, más hipócritamente todavía, trocada en oración.
— Juan de Mairena by Antonio Machado (El Libro de bolsillo. Sección Literatura ; 855))
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Juan de Mairena by Antonio Machado (El Libro de bolsillo. Sección Literatura ; 855))
En un clima de tensión motivado por el crecimiento de la oposición desde el año anterior, todos ellos fueron —como ya lo fuera, hasta la muerte, el dirigente socialista Tomás Centeno en 1953— concienzudamente torturados en la DGS. Para tratar de disimularlo, de hecho, Grimau fue arrojado por una ventana de la Real Casa de Correos, y el ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga, tuvo que convocar una bochornosa rueda de prensa para defender la versión oficial de que había intentado suicidarse. Curiosa coincidencia o moda de aquella temporada, era exactamente lo mismo que iba a suceder unas semanas más tarde con el escritor Manuel Moreno Barranco
“Y también del órgano de los sindicatos falangistas, el diario Pueblo dirigido por Emilio Romero, procedía el periodista Antonio D. Olano, encargado de recibir en Madrid a Ernesto «Che» Guevara en junio de 1959 y de hacerle posar, con el Arco de la Victoria de la Ciudad Universitaria de fondo, para la cámara del reportero gráfico César Lucas. Una buena muestra del interés que la revolución y la Cuba de Fidel Castro despertaron en los círculos intelectuales del partido, fuertemente antinorteamericanos, y que no dudaron en calificar al Che de «gran ejemplar de la raza hispánica, un fabuloso intérprete de la hispanidad».”
Así, inflexible en todo lo relativo a ceder prerrogativas de poder personal, y extraordinariamente generoso para lograrlo haciendo uso de la soberanía nacional, Franco conservaba sus privilegios en el proceso de designación de los obispos. Tal como hemos descrito anteriormente, su concepción de la unidad del mando provocaba que cualquier renuncia a este respecto resultara inconcebible, ya que a su juicio «permitir que el Papa nombrara a los obispos era como permitirle que nombrara a los gobernadores civiles»
Y es que, aunque en muchas ocasiones se ha querido equiparar la suerte de la oposición monárquica con la del resto de los grupos antifranquistas, lo cierto es que siempre fueron objeto de un tratamiento muy distinto. En contraste con la brutalidad con la que era reprimido cualquier movimiento desde la izquierda, las represalias contra los sectores juanistas y tradicionalistas —que, a través de Fal Conde, presentaron igualmente en agosto de 1943 su reclamación de una monarquía tradicional— se guiaron por la contención. De esta manera, sus defensores no se encontraron prácticamente nunca ante la tesitura de tener que cruzar el Rubicón hacia el verdadero antifranquismo.
En un discurso de junio de 1941 recogido por los servicios secretos de Estados Unidos, el responsable del partido nazi (Gauleiter) para dicha zona administrativa, August Eigruber, resumía así su periplo hasta llegar a la deportación: Cuando ocupamos Francia el año pasado, el señor Pétain nos dio a esos 6.000 españoles rojos y declaró «No los necesito, no los quiero». Ofrecimos estos 6.000 españoles al jefe del Estado Franco, el caudillo español. Rehusó y declaró que nunca admitiría a esos españoles rojos que lucharon por una España soviética. Entonces ofrecimos los 6.000 españoles rojos a Stalin y a la Rusia soviética [...] y el señor Stalin con su Komintern no los aceptó. Ahora están establecidos en Mauthausen estos 6.000 combatientes rojos, trabajadores [...] allí están para siempre [...] No podemos asentarlos en ninguna parte ¿Qué se supone que debemos hacer?
"Con todo, el desfase entre la importancia que le otorgaban los planificadores germanos y la percepción que el régimen tenía de sí mismo era considerable. Por la relevancia histórica de España como antigua potencia transatlántica y por la repercusión internacional y el carácter icónico de la guerra civil, la dictadura franquista se consideraba un socio privilegiado del Eje, mientras que a ojos de la élite nacionalsocialista era apenas un satélite complementario. Uno más de los países que, en lugar de limitarse a agradecer al nazismo su ayuda y el haber terminado con el odioso sistema de Versalles, se habían puesto a la cola para reclamar que le solucionaran sus irredentismos."
“Reunidos varios de los oficiales sublevados en una Junta de Defensa Nacional —24 de julio de 1936—, su vocal más destacado, el general Emilio Mola, demostró hasta qué punto no querían atarse políticamente las manos al expulsar de la zona nacionalista a Juan de Borbón —sexto hijo del exiliado Alfonso XIII y primero en la línea de sucesión— cuando este cruzó la frontera y se presentó en Burgos como voluntario para combatir en el mes de agosto.”
Indudablemente, a todos aquellos que se habían asegurado un trabajo, se habían visto favorecidos en antiguos pleitos de propiedades o se habían beneficiado de algún expolio, no les apetecía que represaliados y exiliados pudieran algún día estar en condiciones de pedirles cuentas. De esta forma, habían ligado inexorablemente su suerte a la supervivencia de la dictadura.
Enrique Suñer, era en este sentido una figura especialmente simbólica. Catedrático de Pediatría y cargo de confianza durante la anterior dictadura, Suñer juzgaba que la mayor equivocación de Primo de Rivera había sido mostrarse excesivamente «débil para derramar sangre»,41no ya de los subversivos rojos y negros habituales, sino sobre todo de los integrantes de la traidora y extranjerizante Institución Libre de Enseñanza (ILE)
“Lo que tenían preparado para ellos los nacionalistas se parecía mucho más al Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros que a cualquier forma de reconciliación. En primer lugar, porque el régimen franquista era otra cosa. Ni era la clásica dictadura militar, destinada a ser un mero paréntesis en la vida política del país, ni tampoco era exclusivamente eclesiástica, aunque la Iglesia católica jugara un papel fundamental"
— Ni una ni grande ni libre by Nicolás Sesma (Page 2,222 - 222)
El Pamplina started reading Ni una ni grande ni libre by Nicolás Sesma
El Pamplina reviewed Las manos del tiempo by Rebecca Struthers
Interesante y muy ameno
5 stars
Este libro contiene infinidad de anécdotas y vivencias, y un repaso bastante completo a la historia de la relojería. Es también un alegato por una profesión casi extinta, mezcla de artesano, científico e ingeniero. Una lectura muy amena. Está bien escrito y se hace fácil de leer. Por ponerle una pega, las partes dedicadas a vivencias personales de la autora se hacen un poco repetitivas y con algo de autobombo. Su lectura ha sido algo especial para mí, porque mi padre fue relojero, y me ha traído muchos recuerdos de cuando lo veía trabajar en su taller, limpiando y reparando las minúsculas piezas una a una, con las mismas herramientas que se mencionan en el libro.