Ramirenko reviewed Corazón tan blanco by Javier Marías
Corazón tan blanco
3 stars
Lo primero que tengo que decir, aunque sea algo injusto y ventajista de cara a la reseña de este libro, es que Javier Marías me caía realmente mal. Tuve el desatino de elegir "Vida del fantasma" como primera obra suya que leí. Se trata de una recopilación de artículos suyos aparecidos en prensa y casi me da algo al sumergirme en tanta ranciedad barnizada de elitismo cultural. Aún recuerdo con escalofríos sus rabietas por las prohibiciones antitabaco.
La imagen que proyectó en sus últimos años tampoco ayudó. Me parecía un gruñón pedante y machista, entre otras muchas cosas. Me hacía gracia verle siempre en las fotos con la librería de madera buena detrás. Estaba tan metido en su personaje que daba verdadera vergüenza ajena; pero era mucha la gente que sabe mucho de libros que me decía que escribía muy bien, así que no ha quedado otra que darle una …
Lo primero que tengo que decir, aunque sea algo injusto y ventajista de cara a la reseña de este libro, es que Javier Marías me caía realmente mal. Tuve el desatino de elegir "Vida del fantasma" como primera obra suya que leí. Se trata de una recopilación de artículos suyos aparecidos en prensa y casi me da algo al sumergirme en tanta ranciedad barnizada de elitismo cultural. Aún recuerdo con escalofríos sus rabietas por las prohibiciones antitabaco.
La imagen que proyectó en sus últimos años tampoco ayudó. Me parecía un gruñón pedante y machista, entre otras muchas cosas. Me hacía gracia verle siempre en las fotos con la librería de madera buena detrás. Estaba tan metido en su personaje que daba verdadera vergüenza ajena; pero era mucha la gente que sabe mucho de libros que me decía que escribía muy bien, así que no ha quedado otra que darle una segunda oportunidad con una novela, que es por donde debería haber empezado en su día.
“Corazón tan blanco” es el tipo de novela que me gusta, sin duda, de esas en las que pasan pocas cosas y el meollo está más en la forma de desentrañar los misterios de una cotidianidad aparentemente trivial que en una trama trepidante. Una novela psicológica, que se suele decir. En ese sentido es una obra irreprochable, pero el estilo no me ha terminado de gustar del todo. Quizá demasiado rebuscado y a veces hasta engreído, con una intención de resultar profundo que no siempre funciona. A ratos usa expresiones que no se pueden descodificar bien, como si fueran fruto de una mala traducción (el uso, varias veces, del verbo “nivelar” aplicado a la vida me ha desconcertado) o se enreda en circunloquios un tanto desatinados (aunque los haya también geniales). También le pasa que en ocasiones elige escenas que no dan mucho de sí para resultar trascendente o evocador (la subtrama de Berta o de Miriam, por ejemplo).
Su estilo paciente y minucioso casa muy bien con los desarrollos psicológicos, pero no tanto con la narración de la acción, a mi modo de ver. Me ha desesperado bastante ser tan profundamente detallista a la hora de contar, por ejemplo, cómo un personaje entra en una habitación o espera en la calle. Sobre todo me ha pasado al principio, luego la verdad es que uno se acostumbra. Sin embargo, me ha parecido magistral la manera de describir a los personajes, sobre todo el de Ranz, con cuatro rasgos aparentemente triviales pero muy bien escogidos.
El tratamiento de los personajes femeninos es lo que esperaba, sinceramente. Y todo el rato “las mujeres esto”, “las mujeres lo otro” como si fueran todas una misma cosa informe que se comporta de igual manera. No sé si serán mis prejuicios iniciales, pero he podido encontrar aquí y allá cierta pátina de su ranciedad personal.
No quiero acabar siendo demasiado negativo. El señor escribía bastante bien y alumbra muchos puntos de vista que suelen quedar en lo oscuro de nuestras vidas. Tiene reflexiones de muchos quilates sobre el daño de los secretos, sobre lo que se dice y lo que no, el efecto del paso del tiempo o la vida compartida con otra persona.
Lo intenté, señor gruñón.