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HEX (Historias extraordinarias) by Daniel López Valle
Más allá de cifras, fechas y grandes nombres, está la otra historia. La historia de los seres humanos tal como …
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Más allá de cifras, fechas y grandes nombres, está la otra historia. La historia de los seres humanos tal como …
Iba a decir que ojalá haber leído este libro hace 20 años, con un edad más próxima al del protagonista, pero en realidad puede que sea mejor haberlo leído desde la distancia de una vida adulta. En realidad es un libro apropiado para toda persona sensible que se sienta o se haya sentido alienada, independientemente de su edad.
Me ha encantado, como estoy seguro de que le hubiera encantando igualmente a mi yo adolescente. Imagino que las impresiones serían algo distintas, pero las reflexiones sobre la soledad y la angustia existencial propias de quien se siente un bicho raro son pertinentes a cualquier edad.
Los diálogos son prodigiosos, de una sutileza y agilidad sorprendentes. No me extraña que hayan adaptado la novela al cine. Me resultó especialmente hilarante el primer diálogo con el padre, en el restaurante, cuando le pregunta si es homosexual.
Es cierto que el rollo de vida …
Iba a decir que ojalá haber leído este libro hace 20 años, con un edad más próxima al del protagonista, pero en realidad puede que sea mejor haberlo leído desde la distancia de una vida adulta. En realidad es un libro apropiado para toda persona sensible que se sienta o se haya sentido alienada, independientemente de su edad.
Me ha encantado, como estoy seguro de que le hubiera encantando igualmente a mi yo adolescente. Imagino que las impresiones serían algo distintas, pero las reflexiones sobre la soledad y la angustia existencial propias de quien se siente un bicho raro son pertinentes a cualquier edad.
Los diálogos son prodigiosos, de una sutileza y agilidad sorprendentes. No me extraña que hayan adaptado la novela al cine. Me resultó especialmente hilarante el primer diálogo con el padre, en el restaurante, cuando le pregunta si es homosexual.
Es cierto que el rollo de vida privilegiada de la clase alta de Manhattan echa un poco para atrás. También a veces uno piensa que el protagonista podría estar en el espectro del autismo por la manera tan obcecada con que rechaza ciertos convencionalismos retóricos al hablar. Este hecho no se aclara y puede poner un poco nervioso al lector, porque no sabe uno si es mera impertinencia adolescente o un problema de otro tipo. Pero a pesar de ello el libro lo he devorado y disfrutado porque es sutil sin ser vacuo, es profundo sin ser artificioso y porque es imposible no empatizar con alguien que mira casas viejas en el medio oeste americano para irse allí a leer y vivir solo en vez de ir a la universidad.
Ha sido muy estimulante también ir descubriendo referencias culturales que le interesan al protagonista y que yo desconocía: un pintor, una obra de teatro, una película…
Las comparaciones con Holden Caulfield son evidentes, pero esa lectura la tengo muy atrás en mi memoria como para sacar alguna conclusión. Tendré que releerlo, otra cosa que me llevo de este libro.
Leí este libro hace 14 años, en una época en la que lo estaba pasando bastante mal. En su momento me hizo reír, me sirvió para olvidarme de mis problemas y, además, pude identificarme con algunos rasgos de su narrador y protagonista, como su cinismo vital, cierto malditismo de perdedor, su inteligencia mal encauzada y, especialmente, con el sentimiento de inferioridad propio de quien ha perdido un amor en favor de otro tío más guapo, más listo, con más dinero y más poder… Por todas estas razones lo consideraba un libro especial en mi vida.
El libro me lo robaron junto con muchos otros y tenía ganas de leerlo de nuevo, sobre todo al advertir en esta misma página comentarios muy negativos sobre el supuesto machismo que impregna sus páginas. Yo no lo recordaba para nada así y me he vuelto a convencer de que no se puede fiar uno …
Leí este libro hace 14 años, en una época en la que lo estaba pasando bastante mal. En su momento me hizo reír, me sirvió para olvidarme de mis problemas y, además, pude identificarme con algunos rasgos de su narrador y protagonista, como su cinismo vital, cierto malditismo de perdedor, su inteligencia mal encauzada y, especialmente, con el sentimiento de inferioridad propio de quien ha perdido un amor en favor de otro tío más guapo, más listo, con más dinero y más poder… Por todas estas razones lo consideraba un libro especial en mi vida.
El libro me lo robaron junto con muchos otros y tenía ganas de leerlo de nuevo, sobre todo al advertir en esta misma página comentarios muy negativos sobre el supuesto machismo que impregna sus páginas. Yo no lo recordaba para nada así y me he vuelto a convencer de que no se puede fiar uno de su propia memoria.
Es evidente que esta novela está muy alejada de lo que hoy consideramos aceptable desde una óptica feminista y me alegra comprobar que, afortunadamente, hoy me doy cuenta de ello porque no soy la persona que fui. No creo que Trueba intente retratar a estos cuatro amigos como personajes positivos y sanos, pues de manera explícita se alude a su recalcitrante machismo y quedan en evidencia una y otra vez por sus deplorables actos. El problema es que el autor nos quiere hacer reír a través de ellos y, por lo tanto, también debemos empatizar con ellos en cierta medida. Dicha empatía es imposible a poco que sea uno un pelín más sensible que mi yo de hace 14 años, por lo que el tono humorístico queda arruinado completamente y poco más queda en la novela, salvo alguna reflexión sarcástica ingeniosa.
Por otro lado, lo más molesto es el tratamiento que se hace de los personajes femeninos. Hay unas cuantas agresiones sexuales tratadas con muchísima ligereza, cuando no directamente desde una óptica bromista. Hay una compulsión sexual bastante desagradable y zafia que sobrevuela incluso el momento más sentimental e importante de la novela, hacia el final. Definitivamente, no puedo entender que una mujer lea esto y se sienta cómoda, porque ningún personaje femenino es positivo, ya que incluso Bárbara y la mujer del hotel, que son lo único potable, son pisoteadas a última hora.
Definitivamente, puedo decir ya lo que intuía desde hace bastante tiempo: el modernismo literario de principios del siglo XX que incorporó la técnica del monólogo interior no es lo mío. Soy consciente de su inmensa calidad y de su influencia decisiva en escritores que admiro, pero no consigo disfrutarlo de manera completa a pesar de que creo que la lectura, en ocasiones, no debe ser sólo puro entretenimiento, sino un reto intelectual.
Es imposible poner una nota negativa a un libro con tanta calidad. Sus párrafos resuenan, se sienten profundos y aquí y allá descubres revelaciones bellas y hondas sobre la experiencia humana (me quedo con los pasajes de la señora Kilman y de Septimus). Además, la mirada femenina en un ambiente cultural dominado por los hombres hace que tenga un interés extra.
Sin embargo, a pesar de todo lo anterior, la lectura se convierte en un reto extenuante. La …
Definitivamente, puedo decir ya lo que intuía desde hace bastante tiempo: el modernismo literario de principios del siglo XX que incorporó la técnica del monólogo interior no es lo mío. Soy consciente de su inmensa calidad y de su influencia decisiva en escritores que admiro, pero no consigo disfrutarlo de manera completa a pesar de que creo que la lectura, en ocasiones, no debe ser sólo puro entretenimiento, sino un reto intelectual.
Es imposible poner una nota negativa a un libro con tanta calidad. Sus párrafos resuenan, se sienten profundos y aquí y allá descubres revelaciones bellas y hondas sobre la experiencia humana (me quedo con los pasajes de la señora Kilman y de Septimus). Además, la mirada femenina en un ambiente cultural dominado por los hombres hace que tenga un interés extra.
Sin embargo, a pesar de todo lo anterior, la lectura se convierte en un reto extenuante. La deliberada dificultad del texto tiene el objetivo de que la narración tome el aspecto de un ir y venir de ideas propio de los pensamientos íntimos de varios personajes. Esto se me hace muy cuesta arriba a pesar de que hay narradora omnisciente y no llega a los extremos insufribles de Faulkner o Joyce.
Tampoco ha ayudado mi nula identificación con unos personajes de la alta sociedad londinense del periodo de entreguerras que son bastante frívolos en ocasiones, con una mirada crítica a su mundo demasiado soterrada en mi opinión.
Me cae bien Pepe Colubi. Me ha hecho pasar muy buenos ratos en los programas de televisión en los que participa porque conecto mucho con su humor irreverente y su capacidad de reírse cruelmente de sí mismo, aunque sea un personaje impostado. Quería una lectura ligera para unos días de verano y esta novela cayó en mis manos. A pesar de tener unas expectativas tan bajas, la decepción ha sido grande.
La novela es tan ligera que llega a ser aburrida, que es lo peor que le puede pasar a este tipo de género. La sensación de estar leyendo una sucesión de anécdotas intrascendentes, sin gracia y estiradas artificialmente es continua. Ni rastro de su humor cafre. El choque cultural con la españolidad del protagonista se diluye y no alcanza a tener relevancia. Además, el libro no es precisamente corto. Pepe se encarga una y otra vez de convertir una …
Me cae bien Pepe Colubi. Me ha hecho pasar muy buenos ratos en los programas de televisión en los que participa porque conecto mucho con su humor irreverente y su capacidad de reírse cruelmente de sí mismo, aunque sea un personaje impostado. Quería una lectura ligera para unos días de verano y esta novela cayó en mis manos. A pesar de tener unas expectativas tan bajas, la decepción ha sido grande.
La novela es tan ligera que llega a ser aburrida, que es lo peor que le puede pasar a este tipo de género. La sensación de estar leyendo una sucesión de anécdotas intrascendentes, sin gracia y estiradas artificialmente es continua. Ni rastro de su humor cafre. El choque cultural con la españolidad del protagonista se diluye y no alcanza a tener relevancia. Además, el libro no es precisamente corto. Pepe se encarga una y otra vez de convertir una simple escena costumbrista estadounidense en una tediosa narración pormenorizada de tópicos mil veces vistos en televisión: el instituto enorme, las animadoras, el equipo de fútbol, las taquillas, las cervezas en un aparcamiento, los barrios residenciales... No tiene ningún interés a estas alturas contar todo eso con pelos y señales, con un nivel de detalle tan amplio de algo tan conocido. Es que además no ocurre nada especialmente raro y reseñable. Es un libro que quizá debería estar orientado al público juvenil, no lo sé.
Lo mejor de la novela es constatar una vez más lo difícil que es escribir bien. No basta con corrección y soltura, que de eso sí hay; hace falta algo que decir y estilo personal para hacerlo.
Pero bueno, la culpa es mía. No compréis libros de gente que sale en la tele.
La Familia es una novela devastadora precisamente por lo cotidiano de sus premisas. No es necesario que un hogar sea disfuncional para que su ambiente marque irremediablemente a sus habitantes. No son necesarias las adicciones ni los malos tratos físicos ni las carencias materiales para que el ambiente opresivo se haga insoportable y luego esa experiencia marque tu devenir como adulto. La cara amarga de la vida es casi siempre bastante más sutil. Tampoco quiere decir que vivir ciertas rutinas familiares te condene irremediablemente a una vida adulta complicada, sino que es posible que distintos hermanos reaccionen al mismo ambiente de manera muy distinta.
Todo esto nos lo narra Sara Mesa con una frialdad aterradora, revelando al monstruo que hay bajo una apariencia de respetabilidad. Personas que te dañan con sus mejores intenciones, que simplemente hacen lo que pueden, pero que lo hacen mal. Un horror cotidiano que a mí …
La Familia es una novela devastadora precisamente por lo cotidiano de sus premisas. No es necesario que un hogar sea disfuncional para que su ambiente marque irremediablemente a sus habitantes. No son necesarias las adicciones ni los malos tratos físicos ni las carencias materiales para que el ambiente opresivo se haga insoportable y luego esa experiencia marque tu devenir como adulto. La cara amarga de la vida es casi siempre bastante más sutil. Tampoco quiere decir que vivir ciertas rutinas familiares te condene irremediablemente a una vida adulta complicada, sino que es posible que distintos hermanos reaccionen al mismo ambiente de manera muy distinta.
Todo esto nos lo narra Sara Mesa con una frialdad aterradora, revelando al monstruo que hay bajo una apariencia de respetabilidad. Personas que te dañan con sus mejores intenciones, que simplemente hacen lo que pueden, pero que lo hacen mal. Un horror cotidiano que a mí me ha dejado temblando, porque todos podemos vernos concernidos en ciertos aspectos.
Lo único que no me ha gustado es que en la novela hay una premeditada voluntad de concisión que, a mi juicio, se pasa de frenada. La autora quiere darnos pinceladas de las vidas de esos hermanos para que el lector sea quien rellene los huecos e imagine el resto. Funciona, aunque esos espacios vacíos son demasiado grandes para mi gusto.
Escribo esta reseña con la esperanza y, a la vez, el miedo de que Jorge la lea y se mofe de ella en su Twitter.
Es lo primero que leo de él y me ha encantado. Estoy muy alineado emocionalmente con su melancolía vital y su oscuro sentido del humor. Esas vidas extrañas y a la deriva de sus personajes creo que dicen mucho del mundo de hoy. A veces uno no sabe si está ridiculizando la mezquindad de un protagonista o si lo mira con cierto cariño, probablemente casi siempre hay una mezcla de ambos sentimientos. Cada frase parece esculpida para herir, conmover o evocar, con numerosas referencias a la cultura pop y cierto gusto por la nostalgia de su niñez (años 80 - 90). Y usa mucho la palabra "restorán", que a mí me flipa.
La única pega que le pongo al libro es el formato tan reducido …
Escribo esta reseña con la esperanza y, a la vez, el miedo de que Jorge la lea y se mofe de ella en su Twitter.
Es lo primero que leo de él y me ha encantado. Estoy muy alineado emocionalmente con su melancolía vital y su oscuro sentido del humor. Esas vidas extrañas y a la deriva de sus personajes creo que dicen mucho del mundo de hoy. A veces uno no sabe si está ridiculizando la mezquindad de un protagonista o si lo mira con cierto cariño, probablemente casi siempre hay una mezcla de ambos sentimientos. Cada frase parece esculpida para herir, conmover o evocar, con numerosas referencias a la cultura pop y cierto gusto por la nostalgia de su niñez (años 80 - 90). Y usa mucho la palabra "restorán", que a mí me flipa.
La única pega que le pongo al libro es el formato tan reducido de los relatos. No es lo mío. Página o página y media muchos de ellos. Al final esa sensación que te queda de lectura tan fragmentada me incomoda un poco, pero hay que reconocer que las ideas que hay en cada uno de ellos son asombrosas.
Jorge, no me hagas captura de la crítica, hombre, que me ha gustado mucho. O bueno, va, hazla: el libro tiene una portada muy bonita en vivos colores; el envío bien, a tiempo y bien embalado.