Ramirenko started reading El Hombre En El Castillo by Philip K. Dick

El Hombre En El Castillo by Philip K. Dick
The Man in the High Castle (1962), by Philip K. Dick, is an alternative history novel wherein the Axis Powers …
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The Man in the High Castle (1962), by Philip K. Dick, is an alternative history novel wherein the Axis Powers …
Belleza, profundidad, rigor histórico, aprendizaje... Es una obra de arte.
Me fascina su estilo de dibujo: aparentemente superficial y descuidado, pero que a la vez crea un conjunto muy profundo y detallista.
Narrativamente es sobresaliente. Los dos planos temporales se alternan de tal manera que no puedes dejar de leer.
Lo único malo es que te lo acabas en seguida y da mucha rabia.

A través de los recuerdos de Miguel Ruiz, republicano español exiliado en Francia, Paco Roca reconstruye en Los surcos del …

Rob is good on music: he owns a small record shop and has strong views on what's decent and what …

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Un puto mes he tardado en leer este libro tan breve. Por algo será. Realismo sucio, dicen. A mí lo que me ha parecido es una colección bastante insulsa de peroratas de chaval de 15 años. Admito que tiene unas cuantas frases muy buenas, con mucha fuerza, pero hasta ahí. Por lo demás, prosa cipotuda de la peor estofa y un aire rancio y caduco que tira patrás. Dice muchas veces "rock and roll", así, todo seguido. Que si Bowie por aquí y los Stones por allá. Y las chicas rubias, claro. Buf.
Tiene mérito que una novela de misterio aburra. Admito que la premisa es interesante, pero, por lo demás, me ha parecido una novela bastante tediosa y alambicada que no ha envejecido nada bien.
Las explicaciones pormenorizadas de cada detalle no me han resultado nada sugerentes, sino un mero relleno (típico de algunas novelas por entregas). El ritmo de la novela se sustenta en ir postergando todas las explicaciones de manera artificiosa para, se supone, enganchar al lector. A mí me ha resultado irritante. Y el final es una fumada que no hay quién se crea (y resulta necesario creer, pues toda la historia incide en el raciocinio de los hechos), en la que el autor le echa un morro impresionante inventando elementos que no estaban antes sobre la mesa.
En cuanto a la forma, el autor no sabe hacer nada con las palabras que se acerque a la belleza. Tampoco …
Tiene mérito que una novela de misterio aburra. Admito que la premisa es interesante, pero, por lo demás, me ha parecido una novela bastante tediosa y alambicada que no ha envejecido nada bien.
Las explicaciones pormenorizadas de cada detalle no me han resultado nada sugerentes, sino un mero relleno (típico de algunas novelas por entregas). El ritmo de la novela se sustenta en ir postergando todas las explicaciones de manera artificiosa para, se supone, enganchar al lector. A mí me ha resultado irritante. Y el final es una fumada que no hay quién se crea (y resulta necesario creer, pues toda la historia incide en el raciocinio de los hechos), en la que el autor le echa un morro impresionante inventando elementos que no estaban antes sobre la mesa.
En cuanto a la forma, el autor no sabe hacer nada con las palabras que se acerque a la belleza. Tampoco resulta sobrio pero elegante. No es nada, tiene un estilo amorfo.
Juan Gómez Jurado, si me lees que sepas que tienes el gusto en el culo.
Lo primero que tengo que decir, aunque sea algo injusto y ventajista de cara a la reseña de este libro, es que Javier Marías me caía realmente mal. Tuve el desatino de elegir "Vida del fantasma" como primera obra suya que leí. Se trata de una recopilación de artículos suyos aparecidos en prensa y casi me da algo al sumergirme en tanta ranciedad barnizada de elitismo cultural. Aún recuerdo con escalofríos sus rabietas por las prohibiciones antitabaco.
La imagen que proyectó en sus últimos años tampoco ayudó. Me parecía un gruñón pedante y machista, entre otras muchas cosas. Me hacía gracia verle siempre en las fotos con la librería de madera buena detrás. Estaba tan metido en su personaje que daba verdadera vergüenza ajena; pero era mucha la gente que sabe mucho de libros que me decía que escribía muy bien, así que no ha quedado otra que darle una …
Lo primero que tengo que decir, aunque sea algo injusto y ventajista de cara a la reseña de este libro, es que Javier Marías me caía realmente mal. Tuve el desatino de elegir "Vida del fantasma" como primera obra suya que leí. Se trata de una recopilación de artículos suyos aparecidos en prensa y casi me da algo al sumergirme en tanta ranciedad barnizada de elitismo cultural. Aún recuerdo con escalofríos sus rabietas por las prohibiciones antitabaco.
La imagen que proyectó en sus últimos años tampoco ayudó. Me parecía un gruñón pedante y machista, entre otras muchas cosas. Me hacía gracia verle siempre en las fotos con la librería de madera buena detrás. Estaba tan metido en su personaje que daba verdadera vergüenza ajena; pero era mucha la gente que sabe mucho de libros que me decía que escribía muy bien, así que no ha quedado otra que darle una segunda oportunidad con una novela, que es por donde debería haber empezado en su día.
“Corazón tan blanco” es el tipo de novela que me gusta, sin duda, de esas en las que pasan pocas cosas y el meollo está más en la forma de desentrañar los misterios de una cotidianidad aparentemente trivial que en una trama trepidante. Una novela psicológica, que se suele decir. En ese sentido es una obra irreprochable, pero el estilo no me ha terminado de gustar del todo. Quizá demasiado rebuscado y a veces hasta engreído, con una intención de resultar profundo que no siempre funciona. A ratos usa expresiones que no se pueden descodificar bien, como si fueran fruto de una mala traducción (el uso, varias veces, del verbo “nivelar” aplicado a la vida me ha desconcertado) o se enreda en circunloquios un tanto desatinados (aunque los haya también geniales). También le pasa que en ocasiones elige escenas que no dan mucho de sí para resultar trascendente o evocador (la subtrama de Berta o de Miriam, por ejemplo).
Su estilo paciente y minucioso casa muy bien con los desarrollos psicológicos, pero no tanto con la narración de la acción, a mi modo de ver. Me ha desesperado bastante ser tan profundamente detallista a la hora de contar, por ejemplo, cómo un personaje entra en una habitación o espera en la calle. Sobre todo me ha pasado al principio, luego la verdad es que uno se acostumbra. Sin embargo, me ha parecido magistral la manera de describir a los personajes, sobre todo el de Ranz, con cuatro rasgos aparentemente triviales pero muy bien escogidos.
El tratamiento de los personajes femeninos es lo que esperaba, sinceramente. Y todo el rato “las mujeres esto”, “las mujeres lo otro” como si fueran todas una misma cosa informe que se comporta de igual manera. No sé si serán mis prejuicios iniciales, pero he podido encontrar aquí y allá cierta pátina de su ranciedad personal.
No quiero acabar siendo demasiado negativo. El señor escribía bastante bien y alumbra muchos puntos de vista que suelen quedar en lo oscuro de nuestras vidas. Tiene reflexiones de muchos quilates sobre el daño de los secretos, sobre lo que se dice y lo que no, el efecto del paso del tiempo o la vida compartida con otra persona.
Lo intenté, señor gruñón.
Si necesitas un libro que sea un refugio temporal ante los zarandeos de la vida, este es tu libro. La atmósfera que crea constituye el clásico lugar en el que quieres quedarte, especialmente si te gusta la jardinería, pero no llega a saturar el hecho de que sea un relato bastante edulcorado en el que los personajes caen siempre de pie y (casi) todo el mundo es bueno.
Es curioso que me haya parecido que el libro se queda corto en cuanto a sacarle más jugo a los personajes y, a la vez, esa sencillez sea quizá una de sus mayores virtudes.
Creo que es importante para disfrutarlo dejar de lado toda interpretación marxista de las condiciones de trabajo de la época, la idealización un tanto bobalicona de la clase rica y cierto tufillo de ideología de realización a través del trabajo y la cultura del esfuerzo. Todo eso está, …
Si necesitas un libro que sea un refugio temporal ante los zarandeos de la vida, este es tu libro. La atmósfera que crea constituye el clásico lugar en el que quieres quedarte, especialmente si te gusta la jardinería, pero no llega a saturar el hecho de que sea un relato bastante edulcorado en el que los personajes caen siempre de pie y (casi) todo el mundo es bueno.
Es curioso que me haya parecido que el libro se queda corto en cuanto a sacarle más jugo a los personajes y, a la vez, esa sencillez sea quizá una de sus mayores virtudes.
Creo que es importante para disfrutarlo dejar de lado toda interpretación marxista de las condiciones de trabajo de la época, la idealización un tanto bobalicona de la clase rica y cierto tufillo de ideología de realización a través del trabajo y la cultura del esfuerzo. Todo eso está, pero aquí hemos venido a otra cosa. Lo digo de verdad y sin sarcasmo.
La tentación de buscar en internet cada planta que sale y tardar el doble del tiempo necesario para leerlo es algo que ni confirmo ni desmiento.

«No he querido saber, pero he sabido que una de las niñas, cuando ya no era niña y no hacía …