"Mi madre miró en mi dirección, como si pudiera verme a través de la oscura rendija de madera vieja.
-Nunca seas como los hombres".
La cita es de una de las primeras páginas de 'Brujas de arena' y, de la misma forma que ocurre en la novela, quiero empezar esta reseña con ella a modo de aviso: si eres un abanderado del "not all men", mejor no sigas leyendo.
Esta es una historia de sororidad y resistencia femeninas ante la opresión patriarcal, pero también -incluso diría que es sobre todo- un retrato del dolor que provoca el patriarcado en los hombres, concretamente en aquellos que tratan de salir de sus lógicas violentas. Desde la primera página, Kilian actúa movido por esa petición desesperada de su madre, momentos antes de ser asesinada por bruja: "Nunca seas como los hombres". Con esa premisa en mente, el protagonista es capaz de identificar una estructura de dominación que para otros es del todo natural e incuestionable.
Kilian no quiere ser como los hombres, pero vive en una sociedad que le separa de las mujeres y le impide establecer los vínculos en los que ellas se apoyan para sobrevivir, y eso le provoca un sentimiento de soledad muy doloroso.
Me ha gustado mucho cómo se utiliza el epíteto "bruja" como herramienta de sanción masculina no solo para aquellas mujeres con poderes mágicos, sino para cualquiera que no acate los mandatos de género que les obligan a recluirse en los hogares y participar de la vida pública siempre en una posición de subordinación absoluta. Bruja es la mujer que lanza rayos por las manos, pero también la que se atreve a trabajar por su cuenta, a viajar sola o, en general, a construir una vida que no dependa de un hombre.
Con respecto a la narración en sí misma, 'Brujas de arena' es un libro con un ritmo muy ágil, que te pide seguir leyendo. El personaje de Zoe dinamiza la acción y, en mi opinión, es uno de los grandes atractivos de la novela. Además, yo la he leído como una mujer neurodivergente -lo raro sería lo contrario, sabiendo cómo ha sido su vida- y me ha encantado que esa diferencia con respecto a la norma se trate con total naturalidad.
Podría seguir hablando durante horas, porque me ha maravillado. Tenía muchas ganas de leer a Marina Tena Tena y ha superado todas mis expectativas.
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El arco de personaje del padre de Indivar y Kilian me ha generado muchas dudas. Primero me gustó que, durante toda la narración, la autora aleje cualquier mínima posibilidad de blanquear lo que hizo. Sus hijxs le repudian y eso no va a cambiar, basta de utilizar el amor fraternal, la amistad o cualquier vínculo para quitarle peso a la violencia machista. Sin embargo, hay una cierta redención al final que me gustaría leer como una -otra- metáfora de cómo el patriarcado empuja a los hombres hacia la infelicidad y el dolor, pero no puedo evitar que me chirríe un poco el hecho de que termine muriendo casi como un héroe.