Buena e instructiva lectura para toda persona que busque mejorar su expresión (principalmente escrita). Magrinyà, desde su profunda y amplia experiencia, se muestra fino, implacable, caro en su exposición... Especialmente recomendada para quienes trabajan en torno al texto: en el periodismo, la corrección, la traducción, la edición, la escritura creativa...
Buena e instructiva lectura para toda persona que busque mejorar su expresión (principalmente escrita). Magrinyà, desde su profunda y amplia experiencia, se muestra fino, implacable, caro en su exposición... Especialmente recomendada para quienes trabajan en torno al texto: en el periodismo, la corrección, la traducción, la edición, la escritura creativa...
Bonito reportaje gráfico sobre este carismático activista y político. El relato es extenso y rico en contenido, está bien contado, bien ilustrado... Merece la pena.
Bonito reportaje gráfico sobre este carismático activista y político. El relato es extenso y rico en contenido, está bien contado, bien ilustrado... Merece la pena.
Una vez más, Icaza me ha sorprendido con este relato fino y detallado de una sociedad, la rural de los Andes ecuatorianos de principios y mediados del siglo XX, que transita desde la colonia hasta su configuración actual, en la que vemos ilustradas de manera muy amena las dinámicas de transformación entre identidades y clases sociales. Una sociedad que, para bien o para mal, nunca conoceremos; por lo tanto, gracias, Jorge, por llevarnos de viaje a su corazón.
Esta novela me ha sorprendido gratamente.
Al principio sentí dos reservas principales. Por un lado, la redacción me chocaba, por el arbitrarísimo uso de la puntuación, de la perspectiva, de los párrafos... Al cabo de tres o cuatro páginas, uno se da cuenta de que es un estilo elegido, bastante audaz (quizá en la estela de alguna obra de Saramago) y que imprime un ritmo innegable a la obra.
Además, la autora juega con cambios de perspectiva en el mismo párrafo e incluso en la misma frase, de manera que unas partes se narran desde el punto de vista de un personaje y otras desde el de otro personaje, combinando anárquicamente ambos puntos de vista y alternando estilo directo e indirecto sin coherencia aparente. Este juego, similar al que aplicaron los cubistas a la perspectiva pictórica, desafía constantemente al lector y da al relato un aire trepidante y desquiciado, muy …
Esta novela me ha sorprendido gratamente.
Al principio sentí dos reservas principales. Por un lado, la redacción me chocaba, por el arbitrarísimo uso de la puntuación, de la perspectiva, de los párrafos... Al cabo de tres o cuatro páginas, uno se da cuenta de que es un estilo elegido, bastante audaz (quizá en la estela de alguna obra de Saramago) y que imprime un ritmo innegable a la obra.
Además, la autora juega con cambios de perspectiva en el mismo párrafo e incluso en la misma frase, de manera que unas partes se narran desde el punto de vista de un personaje y otras desde el de otro personaje, combinando anárquicamente ambos puntos de vista y alternando estilo directo e indirecto sin coherencia aparente. Este juego, similar al que aplicaron los cubistas a la perspectiva pictórica, desafía constantemente al lector y da al relato un aire trepidante y desquiciado, muy acorde con la temática.
Por otro lado, en el primer tercio de la novela, el planteamiento de la historia me parecía forzado. Este planteamiento empieza a ganar credibilidad o pertinencia a medida que se van desvelando las ramificaciones de la historia. Los personajes ganan coherencia y todo ello se va inscribiendo en la historia reciente de Colombia.
En definitiva, a medida que la novela avanza, me di cuenta de que estaba ante una propuesta sagaz, libre y fresca, que probablemente algún día relea para volver a saborear.