Me pasé las últimas cien páginas en vela y confieso que tuve que dejar una lámpara de noche encendida.
Lo mejor de Stephen King por lejos.
Somos todos caras y culos de una misma moneda acuñada en La Forestal.
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Otra relectura de un libro que tenía en mi biblioteca de chico, y que me devoré una noche de verano.
Es un cuento que no llega a novela; la historia intenta ser un clon de la novela de Verne, pero sin hacerle demasiada mella. Sin embargo, tal vez por ser autista, me atrapó la historia, sobre todo por el contexto histórico que brinda: una época en la que Estados Unidos podía considerarse parte de América, y no un imperio decadente y genocida.
Un viaje en barco por debajo del continente americano para buscar el tesoro de los Incas.
Relectura en realidad, ya que lo leí en una sola noche de verano de 1992 cuando tenía 10 años de edad.
Empieza muy bien y atrapa a los lectores jóvenes y adultos, pero el final deja un poco que desear; da la impresión de que se apresuró a finalizarlo.