El final es un poco flojo y deja un cabo suelto, pero la historia es atrapante.
Otro policial de Fredric Brown que deja un gusto agridulce en la boca.
Somos todos caras y culos de una misma moneda acuñada en La Forestal.
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Pertenezco a una generación muy afortunada. Nací en 1981; aprendí a vivir en un mundo analógico. Crecí a la vez …
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Ahora que lo pienso debería traerme la lista de lecturas desde Goodreads pero, para citar al doctor Zachary Smith, “¡ay! el dolor, el dolor...”.