Teo rated La verdad sospechosa: 3 stars

Tuve una comiquería, organicé convenciones frikis, dirigí rol para mis amigas. Profe de Literatura y programador. Ahora no estoy dedicándole tanto a la lectura, estoy con otros intereses, pero sí leo un poquito de fantasía/ciencia ficción mainstream antes de dormir.
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Un poema muy complejo. Hipérbatos constantes, metáforas oscuras, símbolos cifrados, solapadas referencias a la mitología grecolatina, egipcia, mexica... Estoy seguro de no haber captado ni la mitad de lo que tiene para ofrecer. Algún día habrá que leerse una edición anotada.
Ensayo “Escribir la lectura”:
Barthes quiere hablar de una lectura no centrada en el autor ni en la historia, sino en el lector. Habla de un texto-lectura, el texto que el lector escribe en su cabeza cada vez que se detiene durante la lectura de una obra (no por desinterés sino por una gran afluencia de ideas, de excitaciones y de asociaciones). No se preocupa por lo que el autor quiso decir sino por lo que el lector entiende.
El texto-lectura entremezcla la lógica racional (propia de la composición de textos) con la lógica del símbolo (asociativa, como las relaciones que se disparan en la mente durante una lectura).
Toda lectura deriva de formas transindividuales, es decir, de códigos, lenguas y estereotipos que están más allá del individuo. Del mismo modo que las reglas genéricas que aplica el autor no proceden de él sino que responden a una lógica milenaria …
Ensayo “Escribir la lectura”:
Barthes quiere hablar de una lectura no centrada en el autor ni en la historia, sino en el lector. Habla de un texto-lectura, el texto que el lector escribe en su cabeza cada vez que se detiene durante la lectura de una obra (no por desinterés sino por una gran afluencia de ideas, de excitaciones y de asociaciones). No se preocupa por lo que el autor quiso decir sino por lo que el lector entiende.
El texto-lectura entremezcla la lógica racional (propia de la composición de textos) con la lógica del símbolo (asociativa, como las relaciones que se disparan en la mente durante una lectura).
Toda lectura deriva de formas transindividuales, es decir, de códigos, lenguas y estereotipos que están más allá del individuo. Del mismo modo que las reglas genéricas que aplica el autor no proceden de él sino que responden a una lógica milenaria de la narración.
“Abrir el texto [...] no solamente es pedir que se lo interprete libremente y mostrar que es posible; [...] es conducir al reconocimiento de que no hay verdad objetiva o subjetiva de la lectura, sino tan solo una verdad lúdica”.
Balzac compara al texto con las figurillas humanoides que usan los ilustradores para aprender anatomía. La figura es el relato legible. Cada postura representa una lectura del texto. “Pero esta postura, que es invención nuestra, solo es posible porque entre los elementos del texto hay una relación sujeta a reglas, es decir, una proporción”.
Ensayo “Sobre la lectura”:
Barthes reflexiona sobre varios conceptos en relación con la lectura:
Pertinencia: La pertinencia es la selección de un punto de vista o un aspecto delimitado para analizar algo. Para observar algo tan heteróclito como el lenguaje, Saussure tuvo que centrarse en el sentido, Propp en papeles y situaciones estables, etc. Pero en lo que respecta al análisis de la lectura no ha sido posible todavía decidir una pertinencia. No se ha logrado delimitarla ni en cuanto a qué puede ser objeto de lectura ni en cuanto a cuáles son los niveles de la lectura. Lo único que Barthes atisba es que la lectura siempre se da en el interior de una estructura (por abierta y múltiple que esta sea).
Rechazo: Pensando en por qué gran parte de la población rechaza la lectura, a Barthes se le ocurren dos tipos de rechazos. El primero es el rechazo a las lecturas “libres” pero impuestas desde un grupo, eso que hay que haber leído. Barthes cree que debemos tener el derecho a liberarnos de estas leyes de grupo. La libertad de lectura es también la libertad de no leer. El segundo es el rechazo a la “facticidad de la Biblioteca”. Creo que aquí Barthes habla de la biblioteca como un espacio que representa “lo real” y mata el Deseo de lectura.
Deseo: Barthes explora el erotismo de la lectura, detectando dos rasgos que fundamentan la lectura deseante: el primero, que el lector se encierra solo con el libro, se exilia, su economía del placer consiste en cuidar su relación con él; el segundo, que en la lectura todas las conmociones del cuerpo están presentes (fascinación, vacación, dolor, voluptuosidad), mezcladas y enredadas. También identifica tres posibles tipos de lectura: la fetichista, de quien extrae placer de las palabras y de ciertas combinaciones de palabras; la del suspenso, de quien encuentra placer en el avance y desgaste impaciente hacia una revelación (un goce tortuoso más relacionado con la insatisfacción que con la satisfacción) y la de escritura, la de quien al leer desea escribir (y no necesariamente sobre ni cómo el autor).
Sujeto: Se lo puede ver, como en la tragedia griega, como alguien que ocupa un punto de vista (o varios sucesivamente), tratarlo como otro personaje (el único en oírlo todo). Se lo puede concebir como alguien que ocupa un lugar que preserva la multiplicidad simultánea de los sentidos, de los puntos de vista, de las estructuras En ese sentido, Barthes cree que no es razonable esperar una Ciencia de la lectura hasta que no exista una Ciencia de la Inagotabilidad, del desplazamiento infinito que se produce en la lectura.
Me parece muy buena la construcción de atmósfera que realiza Schujer. Creo que logró capturar muy bien esa sensación de frustración y asfixia que a veces se da en contextos de crisis familiar.
Considero que la obra trata una temática importante y lo hace de un modo efectivo y conmovedor. El estilo oral y prosaico le suma un notorio realismo pero también cierta dificultad, porque el narrador abunda en las elipsis y las digresiones propias del discurso oral.
Una observación personal (que puede estar totalmente errada): Cuando empecé a leer la obra noté que eran frecuentes las expresiones peyorativas hacia gays u hombres en general con comportamientos “poco masculinos” (ej: “maricón”). Siendo esta una obra de literatura infanto-juvenil, con las sensibilidades que esto usualmente conlleva, anticipé que en algún momento de la obra habría una reflexión o una implicación que pusiera la nota sobre este uso de lenguaje, o quizás …
Me parece muy buena la construcción de atmósfera que realiza Schujer. Creo que logró capturar muy bien esa sensación de frustración y asfixia que a veces se da en contextos de crisis familiar.
Considero que la obra trata una temática importante y lo hace de un modo efectivo y conmovedor. El estilo oral y prosaico le suma un notorio realismo pero también cierta dificultad, porque el narrador abunda en las elipsis y las digresiones propias del discurso oral.
Una observación personal (que puede estar totalmente errada): Cuando empecé a leer la obra noté que eran frecuentes las expresiones peyorativas hacia gays u hombres en general con comportamientos “poco masculinos” (ej: “maricón”). Siendo esta una obra de literatura infanto-juvenil, con las sensibilidades que esto usualmente conlleva, anticipé que en algún momento de la obra habría una reflexión o una implicación que pusiera la nota sobre este uso de lenguaje, o quizás la presencia de un personaje homosexual representado positivamente, o algo por el estilo. Pero eso nunca llegó, o al menos yo no lo vi. Me preocupa, entonces, que lectores muy jóvenes en contextos familiares casual o intensamente homofóbicos/machistas se lleven la conclusión equivocada de esos momentos.
Pensando en su uso en secundaria: La atmósfera construida es intrigante, aunque la extensión, la complejidad y el ritmo de la prosa pueden hacerla poco atractiva para el lector joven promedio.
Debido a su ambientación universitaria, puede ser una buena novela en una propuesta de articulación entre el nivel medio y el superior. Un programa que tenga como uno de sus ejes el género policial/detectivesco podría incluirla como una de sus lecturas (probablemente luego de leer otras más convencionales, ya que esta juega un poco con dichas convenciones).
A nivel personal: Tiene sus altos y bajos. Me gusta todo el juego con los universitarios arrogantes y monómanos. Me gustan los entornos hiperbólicos, la atmósfera de submundo universitario fantasmagórico, el laberinto de archivos olvidados, la burocracia demencial, los juegos metaliterarios (relatos dentro de relatos, narración detectivesca sobre narraciones detectivescas). Pero por momentos siento que se diluye un poco.
Me gusta el …
Pensando en su uso en secundaria: La atmósfera construida es intrigante, aunque la extensión, la complejidad y el ritmo de la prosa pueden hacerla poco atractiva para el lector joven promedio.
Debido a su ambientación universitaria, puede ser una buena novela en una propuesta de articulación entre el nivel medio y el superior. Un programa que tenga como uno de sus ejes el género policial/detectivesco podría incluirla como una de sus lecturas (probablemente luego de leer otras más convencionales, ya que esta juega un poco con dichas convenciones).
A nivel personal: Tiene sus altos y bajos. Me gusta todo el juego con los universitarios arrogantes y monómanos. Me gustan los entornos hiperbólicos, la atmósfera de submundo universitario fantasmagórico, el laberinto de archivos olvidados, la burocracia demencial, los juegos metaliterarios (relatos dentro de relatos, narración detectivesca sobre narraciones detectivescas). Pero por momentos siento que se diluye un poco.
Me gusta el final.
Pensando en su uso en secundaria: Si bien es una novela que puede tener un efecto poderoso en un lector preparado, no estoy seguro de si los alumnos aceptarán de buen grado sus cualidades más experimentales (narración que por momentos emula el fluir de la consciencia, diálogos con pocas pistas contextuales, repeticiones, etc). Creo que una clase con ciertas competencias lectoras ya trabajadas podría afrontarla, en cuyo caso puede dar pie a discusiones muy fructíferas no solo sobre los períodos de la Triple A y la dictadura en sí, sino sobre las reacciones en la época actual ante estas temáticas y la de los desaparecidos.
Pensando en su uso en secundaria: La temática es tétrica y/o deprimente, está basada en una historia real y tiene elementos sobrenaturales o alegóricos crípticos. Estos puntos pueden servir para enganchar a los alumnos y/o volver la obra relevante para ellos. El hecho de tratarse de una temática con la que quizás empaticen (la depresión, la soledad y la vulnerabilidad en un mundo aparentemente hiperconectado) puede dar pie a discusiones y/o reflexiones significativas. Por tratarse de una obra oscura, la recomendaría quizás para los últimos años del nivel medio, para alumnos equipados para procesar y discutir sobre temas maduros.
A nivel personal: Me gustó mucho. Nunca esperé una reflexión sobre esta particular clase de aislamiento de mujeres en este formato.
El estilo lento, rítmico y extrañado de la prosa de Pablo De Santis funciona de forma brillante en Filosofía y Letras pero se vuelve agobiador e insípido en esta novela. La languidez del protagonista no ayuda. Quizás algún alumno que pueda conectar especialmente con la naturaleza apática de Maximiliano sacará provecho de este libro, pero me arriesgo a pensar que en términos netos buena parte de ellos lo encontrará exasperante y poco provechoso. Puedo estar totalmente errado.
Me resultó una lectura ágil, amena y atrapante. Si bien el vocabulario juvenil a veces se mezcla, como por error, con expresiones más propias de la edad de la autora, me pareció una construcción bastante verosímil de cierta adolescencia de clase media/media alta. Las múltiples dinámicas familiares resultan interesantes.
La novela trata una problemática (la de una madre pobre e ignorante que da constantemente sus bebés en adopción) que creo que merece un tratamiento más profundo que “sus circunstancias serán muy difíciles pero es una persona terrible” (que es una perspectiva comprensible desde la voz narradora de la novela, pero opino que no debe ser la única con la que los alumnos se queden). Es un tema complicado y con aristas, y por eso creo que si diera a leer esta novela a mis estudiantes buscaría luego lograr un debate en torno a esa problemática, para asegurarme de que no …
Me resultó una lectura ágil, amena y atrapante. Si bien el vocabulario juvenil a veces se mezcla, como por error, con expresiones más propias de la edad de la autora, me pareció una construcción bastante verosímil de cierta adolescencia de clase media/media alta. Las múltiples dinámicas familiares resultan interesantes.
La novela trata una problemática (la de una madre pobre e ignorante que da constantemente sus bebés en adopción) que creo que merece un tratamiento más profundo que “sus circunstancias serán muy difíciles pero es una persona terrible” (que es una perspectiva comprensible desde la voz narradora de la novela, pero opino que no debe ser la única con la que los alumnos se queden). Es un tema complicado y con aristas, y por eso creo que si diera a leer esta novela a mis estudiantes buscaría luego lograr un debate en torno a esa problemática, para asegurarme de que no se quedan solo en una visión de “las mujeres pobres que paren hijos sin parar no son más que una amenaza para nuestra sociedad”.
Mayorga construye, no, retrata una perfecta pesadilla.
Hace unos días, un terrorista blanco atacó una sinagoga en la que se prestaba asistencia a inmigrantes en Pensilvania, EEUU, radicalizado por noticias falsas en torno a caravanas de inmigrantes y conspiraciones judías que difundieron Fox News y el Twitter de Trump. Mató a 11 personas. Recorriendo la web, vi muchas reacciones de regocijo o de normalización. Los judíos siguen siendo vistos como "un problema" y el antisemitismo como una justa respuesta a ese "problema".
Los musulmanes (los rohinyá en Myanmar y los uigur en China) son, hoy en día, genocidados los primeros (por budistas, curiosamente) y encerrados en "campos de reeducación" los segundos. Esos, si tienen "suerte", consiguen reacciones de recogijo en Internet. La mayor parte de la gente parece ni estar enterada de su situación.
Ateos y cristianos son perseguidos y asesinados en muchos países musulmanes de Medio Oriente. LGBT, mujeres …
Mayorga construye, no, retrata una perfecta pesadilla.
Hace unos días, un terrorista blanco atacó una sinagoga en la que se prestaba asistencia a inmigrantes en Pensilvania, EEUU, radicalizado por noticias falsas en torno a caravanas de inmigrantes y conspiraciones judías que difundieron Fox News y el Twitter de Trump. Mató a 11 personas. Recorriendo la web, vi muchas reacciones de regocijo o de normalización. Los judíos siguen siendo vistos como "un problema" y el antisemitismo como una justa respuesta a ese "problema".
Los musulmanes (los rohinyá en Myanmar y los uigur en China) son, hoy en día, genocidados los primeros (por budistas, curiosamente) y encerrados en "campos de reeducación" los segundos. Esos, si tienen "suerte", consiguen reacciones de recogijo en Internet. La mayor parte de la gente parece ni estar enterada de su situación.
Ateos y cristianos son perseguidos y asesinados en muchos países musulmanes de Medio Oriente. LGBT, mujeres e indígenas, en múltiples partes del globo. Y seguro me olvido de varios...
Parece que en ningún modo hemos superado la pesadilla que retrata Mayorga, ni en su faceta primera, del horror y sufrimiento que viven las víctimas, ni en su faceta segunda, de la normalización, indiferencia o regocijo del mundo.
Leídos los capítulos I ("Hablemos del escándalo"), II ("Entramos en materia"), V ("Estado de la atmósfera"), IX ("Los vencedores") y XIX ("En España"), los que fundamentalmente se refieren al realismo, naturalismo, idealismo, autores de las distintas tendencias y aspectos de la cultura literaria decimonónica en España y Francia. También el prólogo a la segunda edición de Leopoldo de Alas (Clarín).
Corea afirma que en la era de la información y de tecnologías comunicativas sofisticadas, aunque parezca paradójico, la comunicación no se ha consumado como la forma ideal de la integración democrática ni en herramienta tecnológica de la educación y el conocimiento. La comunicación ha dejado de ser una vía para establecer relaciones entre semejantes a través de un código compartido. Ese código implícito era el que volvía consistente el vínculo entre los interlocutores: a través de la permanencia y la repetición los signos apuntaban a los mismos referentes y los sentidos se instituían como sentido común. El Estado, mediante un disciplinamiento práctico, instituía ciertas significaciones.
Ahora, con el agotamiento de las instituciones, el flujo continuo de información barre con la dimensión espacio-temporal de la comunicación, no permite a los actores reconocer ciertos signos porque no existe el código compartido.
Corea habla de subjetividad pedagógica y subjetividad mediática para distinguir las …
Corea afirma que en la era de la información y de tecnologías comunicativas sofisticadas, aunque parezca paradójico, la comunicación no se ha consumado como la forma ideal de la integración democrática ni en herramienta tecnológica de la educación y el conocimiento. La comunicación ha dejado de ser una vía para establecer relaciones entre semejantes a través de un código compartido. Ese código implícito era el que volvía consistente el vínculo entre los interlocutores: a través de la permanencia y la repetición los signos apuntaban a los mismos referentes y los sentidos se instituían como sentido común. El Estado, mediante un disciplinamiento práctico, instituía ciertas significaciones.
Ahora, con el agotamiento de las instituciones, el flujo continuo de información barre con la dimensión espacio-temporal de la comunicación, no permite a los actores reconocer ciertos signos porque no existe el código compartido.
Corea habla de subjetividad pedagógica y subjetividad mediática para distinguir las distintas series de operaciones realizadas para habitar un dispositivo o situación (el dispositivo escolar reproduce subjetividad pedagógica, el dispositivo familiar reproduce subjetividad paterno-filial, etc).
Por un lado, en la subjetividad que se produce en las prácticas pedagógicas se instituyen la conciencia y la memoria (que funcionan sobre signos y se organizan sobre elementos que pueden ser recuperados por la memoria). La percepción es doblegada por la conciencia, porque mientras más se reduzcan los estímulos más eficazmente funciona la razón.
Por otro lado, en la subjetividad que se produce en las prácticas mediáticas hay saturación de estímulos y la conciencia no llega a instituirse, reina la percepción. Llegan imágenes pero no como signos sino como estímulos.
En la subjetividad pedagógica el tiempo es acumulativo, cada momento requiere de uno previo que le dé sentido. En la subjetividad mediática, cada imagen sustituye a la anterior sin relación de coherencia y cohesión, solo se vive la puntualidad del instante.
En la era de la información fluida, todo emisor tiene que pensar no solo en el mensaje sino en cómo producir las condiciones de recepción. La recepción ya no es una práctica instituida y garantizada por la existencia de un código, ya no es genérica sino que es singular y generada individualmente por cada usuario. Algunos aspectos que conspiran contra la posibilidad de sentido son la saturación, la velocidad y el exceso.
La subjetividad ahora se construye en el propio diálogo, no viene dada previamente a la comunicación (por el código) como antes. También ha cambiado la figura del destinatario, aquel que se ligaba con las instituciones recibiendo de ellas algo que no tenía (como el niño que se liga con la escuela para transformarse en adulto) por la figura del usuario, el que usa insumos e información pero también puede generar operaciones: se apropia de lo que usa y se constituye a partir de eso que usa.
Entonces, el diálogo actual se da tras el agotamiento de la vieja función de transmisión de la pedagogía tradicional (el adulto le transmite al niño un saber y unos valores). Ahora el devenir es incierto, no hay idea de progreso ni verdades absolutas, por lo tanto no se puede saber: hay que pensar. El diálogo entonces liga al adulto con el niño, pero ninguno de los dos está ya constituido previamente al diálogo. Y esta constitución de la subjetividad no es institucional sino situacional.
Sin comunicación instituida, hay por lo menos dos operaciones que es necesario hacer (y que antes estaban aseguradas): producir condiciones de recepción y disminuir los efectos dispersivos (la fragmentación de significados).
Si la figura del receptor era la del que decodificaba e interpretaba, la del usuario es la del que elabora estrategias capaces de navegar el caos de la información. Corea distingue dos figuras del niño usuario: el actualizador y el programador. El actualizador es el usuario conectado automáticamente al flujo, saturado de estímulos, incapaz de hacer operaciones. El programador es el que se produce a sí mismo mediante las operaciones de uso, conexión o apropiación de la información, generalmente a través de la desaturación de lo que estaba saturado. Mientras que el receptor tradicional estaba amenazador por la imposición ideológica y la censura, el usuario está amenazado por la superfluidad, puede desvanecerse a cada instante.
La experiencia de la palabra superflua, aquella palabra que no produce nada en quien la dice ni en quien la recibe, es propia del sufrimiento contemporáneo, un sufrimiento por desvanecimiento general del sentido. Mientras que antes el aburrimiento se daba a través de la prohibición, de un mundo interno que no podía expresarse, ahora el aburrimiento es por desolación: el sujeto está abrumado, hipersaturado de estímulos, y se repliega y desconecta.
Leído el artículo "Pensar las adicciones" de Miguel Conocente.
A partir de la primera mitad del s. XX los Estados respondieron a todo lo referente al uso de drogas con la prohibición y la criminalización de los sujetos vinculados al asunto. Desde la mitad del siglo, frente a la evidente impotencia de este modelo, se produce un viraje hacia un marco ideológico médico-sanitario. El sujeto “drogadicto” pasó de ser delincuente a enfermo, pero la causa de la enfermedad se situó en el mismo lugar que antes: la “Droga”. La solución que se plantea es la abstinencia al tóxico como única forma posible de cura, una abstinencia que debe ser definitiva para lograr una adecuada reinserción social.
Conocente propone que las adicciones son la respuesta a un malestar subjetivo, pero las verdades de cada caso son particulares, no generalizables. Desentrañar en qué consiste cada caso particular implica una posición ética.
Novela juvenil de suspenso/policial. Muy sólida para usar en secundaria.
El registro es (muy intencionalmente) el de un español peninsular bastante despojado de modismos, el típico de las traducciones de novelas de misterio. La ambigüedad en las intenciones de los personajes y en la verdad de los hechos que acontecen y que se relatan mantiene el interés. Varios relatos enmarcados juegan con la diégesis.