En un mundo en el que nuestro valor está determinado por la productividad y el rendimiento, la acción de no hacer nada puede ser nuestra mayor forma de protesta. Así lo argumenta en esta obra Jenny Odell, quien cuestiona de manera radical la capitalización de nuestro tiempo, la rentabilización de nuestra atención y el estado de impaciencia y ansiedad en el que vivimos.
Marcados por la lógica invasiva de las redes sociales y el culto a la marca personal, hemos olvidado lo que significa la inactividad. Desde esta perspectiva, «no hacer nada» es ganar tiempo para nosotros mismos, ser contemplativos y ejercitar la percepción, recuperar el nexo con la realidad física y encontrar modos de relacionarnos de los que no se beneficien ni las empresas ni los algoritmos. Lejos de la antitecnología, Cómo no hacer nada es un manifiesto contra el discurso de la eficiencia y el tecnodeterminismo, un ensayo …
En un mundo en el que nuestro valor está determinado por la productividad y el rendimiento, la acción de no hacer nada puede ser nuestra mayor forma de protesta. Así lo argumenta en esta obra Jenny Odell, quien cuestiona de manera radical la capitalización de nuestro tiempo, la rentabilización de nuestra atención y el estado de impaciencia y ansiedad en el que vivimos.
Marcados por la lógica invasiva de las redes sociales y el culto a la marca personal, hemos olvidado lo que significa la inactividad. Desde esta perspectiva, «no hacer nada» es ganar tiempo para nosotros mismos, ser contemplativos y ejercitar la percepción, recuperar el nexo con la realidad física y encontrar modos de relacionarnos de los que no se beneficien ni las empresas ni los algoritmos. Lejos de la antitecnología, Cómo no hacer nada es un manifiesto contra el discurso de la eficiencia y el tecnodeterminismo, un ensayo original en el que recuperar nuestro espacio alejados de un ritmo vertiginoso constituye un acto de resistencia política.
Este libro no es el típico libro que nos alerta sobre el robo de nuestra atención por la Big Tech. Me parece que busca profundizar mucho más con respecto a nuestra capacidad de estar presentes para el mundo, de recuperar los espacios; nos invita a pensar más allá del "digital detox" como antídoto contra las Big Tech, sino más bien la capacidad que tenemos de reconstruir nuestros espacios sociales y políticos desde la atención y la presencia, a nivel individual y colectivo.
Un rayito de esperanza que nos implica incluso repensar nuestra manera de vivirnos y aprovechar la poca vida que tenemos en este planeta.
La bibliografía recomendada también está de 10/10.
El subtítulo de este libro marca la línea a desarrollar. Empecemos por el concepto de utilidad y valor monetario. Hagamos frente a todas esas actividades, más allá del imprescindible trabajo, que pueden resultar útiles. "¿Útiles para qué?" --se pregunta Chuang Tsé--, la estrechez de una palabra en el mundo actual y sus sinónimos: éxito, productividad, en la lógica capitalista.
Más bien vivimos abrumados y abducidos por todo lo contrario: "hoy estamos anegados de palabras inútiles, en cantidades ingentes de palabras e imágenes. La estupidez nunca es muda ni ciega" (Gilles Deleuze), y era 1985 cuando lo escribió...
Si tenemos que "salirnos de la máquina", Jenny Odell no propone exiliarnos en medio del campo, sino usar los espacios públicos como jardines o bibliotecas, lugares no comerciales donde no se exige nada para acceder a ellos, y donde se puede hacer cualquier cosa.
Las redes sociales nos roban el tiempo y nuestra …
El subtítulo de este libro marca la línea a desarrollar. Empecemos por el concepto de utilidad y valor monetario. Hagamos frente a todas esas actividades, más allá del imprescindible trabajo, que pueden resultar útiles. "¿Útiles para qué?" --se pregunta Chuang Tsé--, la estrechez de una palabra en el mundo actual y sus sinónimos: éxito, productividad, en la lógica capitalista.
Más bien vivimos abrumados y abducidos por todo lo contrario: "hoy estamos anegados de palabras inútiles, en cantidades ingentes de palabras e imágenes. La estupidez nunca es muda ni ciega" (Gilles Deleuze), y era 1985 cuando lo escribió...
Si tenemos que "salirnos de la máquina", Jenny Odell no propone exiliarnos en medio del campo, sino usar los espacios públicos como jardines o bibliotecas, lugares no comerciales donde no se exige nada para acceder a ellos, y donde se puede hacer cualquier cosa.
Las redes sociales nos roban el tiempo y nuestra atención. Ese es el objetivo de las grandes plataformas, su modelo de negocio de donde obtienen ingentes beneficios millonarios. Nos quieren ahí, cacareando y empleando nuestro tiempo en lo banal. No se trata de vigilar la discrepancia e imponernos el silencio. Bien al contrario "se fundamenta en la proliferación del parloteo, en la irrelevancia de la opinión y del discurso, y en hacer que el pensamiento, la discrepancia y la crítica resulten banales y ridículos" (dice Franco Berardi "Bifo").
Este ataque desde internet a la inteligencia humana (al menos tal y como hasta ahora la habíamos conocido) no se puede combatir, como muchos pretenden, buscando la "verdad", porque lo que está en cuestión no es eso, sino la realidad. De modo que por lo que tenemos que movernos es por ampliar la parte de lo real.
La imposibilidad de retirarse. Epicuro preconizaba alejarse de las riquezas, del éxito y de los honores, y del respeto de las multitudes, si lo que se busca es poner fin a las tribulaciones del alma. Pero eso no puede impulsarnos a apartarnos del bullicio del mundo, como ocurrió con las comunas de los años 60 y 70 del pasado siglo, en un intento de crear "otro mundo" saliéndonos del que existe. Eso, ni es conveniente ni conduce a ningún sitio buscado. Frente al retiro o al exilio, Odell propugna el distanciamiento y la participación. Mirar las cosas con perspectiva e implicarse para cambiar el mundo real.
Contra la economía de la atención pareciera escrito el texto de Unamuno "De esto y aquello", donde afirma: "no sé hablar si no veo unos ojos que me miran y no siento detrás de ellos un espíritu que me atiende".
He leído este libro durante el transcurso de dos meses. Es muchísimo más tiempo del que tardo en leer cualquier cosa (si algo dura más de una semana es que lo he dejado en pausa). Esto ha sucedido así porque la lectura de Cómo no hacer nada ha sido un proceso colectivo: un grupo de personas hemos leído y comentado cada capítulo semanalmente en el hashtag #LecturaOdell en mastodon, intercambiando impresiones y abriendo nuevas ventanas para los otros desde nuestras respectivas interpretaciones.
No se me ocurre un método de lectura más adecuado para este libro. El propio proceso de lectura ha sido una enredadera que ha ido creciendo lentamente y se ha entrelazado con las reflexiones que la autora hace acerca de las formas posibles de atender al mundo y relacionarnos con él.
Cuando lo empecé pensaba que sería otra cosa (unas cuantas ideas sobre trabajo y productividad), sin embargo …
He leído este libro durante el transcurso de dos meses. Es muchísimo más tiempo del que tardo en leer cualquier cosa (si algo dura más de una semana es que lo he dejado en pausa). Esto ha sucedido así porque la lectura de Cómo no hacer nada ha sido un proceso colectivo: un grupo de personas hemos leído y comentado cada capítulo semanalmente en el hashtag #LecturaOdell en mastodon, intercambiando impresiones y abriendo nuevas ventanas para los otros desde nuestras respectivas interpretaciones.
No se me ocurre un método de lectura más adecuado para este libro. El propio proceso de lectura ha sido una enredadera que ha ido creciendo lentamente y se ha entrelazado con las reflexiones que la autora hace acerca de las formas posibles de atender al mundo y relacionarnos con él.
Cuando lo empecé pensaba que sería otra cosa (unas cuantas ideas sobre trabajo y productividad), sin embargo he encontrado una ventana a muchos temas sobre los que no me había parado a pensar antes o al menos no relacionaba con los otros: ecologismo, tecnología, arte... Me ha encantado la experiencia y me parece que seguirá conmigo durante mucho tiempo.
PD.: Como libro es muy bueno. Jenny Odell es una gran narradora y sabe llevarte de la mano a través de muchos temas para llegar a conclusiones en las que todo está ligado de una forma que no esperas, tiene muchísima sensibilidad y sabe crear imágenes bellísimas.
He leído este libro durante el transcurso de dos meses. Es muchísimo más tiempo del que tardo en leer cualquier cosa (si algo dura más de una semana es que lo he dejado en pausa). Esto ha sucedido así porque la lectura de Cómo no hacer nada ha sido un proceso colectivo: un grupo de personas hemos leído y comentado cada capítulo semanalmente en el hashtag #LecturaOdell en mastodon, intercambiando impresiones y abriendo nuevas ventanas para los otros desde nuestras respectivas interpretaciones.
No se me ocurre un método de lectura más adecuado para este libro. El propio proceso de lectura ha sido una enredadera que ha ido creciendo lentamente y se ha entrelazado con las reflexiones que la autora hace acerca de las formas posibles de atender al mundo y relacionarnos con él.
Cuando lo empecé pensaba que sería otra cosa (unas cuantas ideas sobre trabajo y productividad), sin embargo …
He leído este libro durante el transcurso de dos meses. Es muchísimo más tiempo del que tardo en leer cualquier cosa (si algo dura más de una semana es que lo he dejado en pausa). Esto ha sucedido así porque la lectura de Cómo no hacer nada ha sido un proceso colectivo: un grupo de personas hemos leído y comentado cada capítulo semanalmente en el hashtag #LecturaOdell en mastodon, intercambiando impresiones y abriendo nuevas ventanas para los otros desde nuestras respectivas interpretaciones.
No se me ocurre un método de lectura más adecuado para este libro. El propio proceso de lectura ha sido una enredadera que ha ido creciendo lentamente y se ha entrelazado con las reflexiones que la autora hace acerca de las formas posibles de atender al mundo y relacionarnos con él.
Cuando lo empecé pensaba que sería otra cosa (unas cuantas ideas sobre trabajo y productividad), sin embargo he encontrado una ventana a muchos temas sobre los que no me había parado a pensar antes o al menos no relacionaba con los otros: ecologismo, tecnología, arte... Me ha encantado la experiencia y me parece que seguirá conmigo durante mucho tiempo.
PD.: Como libro es muy bueno. Jenny Odell es una gran narradora y sabe llevarte de la mano a través de muchos temas para llegar a conclusiones en las que todo está ligado de una forma que no esperas, tiene muchísima sensibilidad y sabe crear imágenes bellísimas.