Murray Bookchin se pregunta por qué el anarquismo no ha canalizado el descontento generalizado en el Estado e instituciones, respondiendo que ha sido incapaz por culpa del anarquismo individual. Dedica esta obra a criticar este anarquismo como estilo de vida, en contraposición al anarquismo social con compromiso en lo colectivo.

Respecto al anarquismo personal, podemos extraer una gran retahíla de descalificativos que propicia el autor a esta corriente ácrata: centrado en el ego stirneriano, reducido a un estilo de vida estético y bohemio, averso a la teoría, dirigido hacia el hedonismo y la inmediatez, su fin es el individuo con una connotación muy liberal. Asimismo, Bookchin también critica a distintos autores vinculados a esta perspectiva como Max Stirner, Susan L. Brown, Hakim Bey, Lewis Mumford, John Zerzan, la revista Fifth Estate y a varios movimientos con los que se vinculó el anarquismo personal, tales como el misticismo new age, el primitivismo glorificado y el terrorismo libertario.

Por lo que al anarquismo social se refiere, destaca múltiples aspectos que esta corriente defiende: la racionalidad, el compromiso, la organización, la búsqueda de soluciones sociales, la renuncia de la marginalidad y el comunalismo (administración anarquista y democrática de la esfera pública). Además, indica que la perspectiva social no deja de contemplar aspectos vinculados al anarquismo personal (placer, voluntad personal, arte), sino que los mantiene, pero siempre con miras a la colectividad.

Personalmente destaco la crítica a la antitecnología y su enfoque, pues no hay que negar que la tecnología pueda ser dominante, opresiva y dañina ecológicamente, pero como bien dice Bookchin, estos males responden a usos capitalistas y no a la tecnología per se, que ha tenido y tiene usos positivos para la humanidad.

Cabe decir que recomiendo leer este libro mediante la edición de 2019 de Virus Editorial, pues cuenta con el prólogo de Ruymán Rodríguez que contextualiza y matiza según qué críticas de Murray hacia el anarquismo personal. Por ejemplo, Ruymán indica que no es correcto vincular el terrorismo únicamente con el anarcoindividualismo, pues ha habido libertarios de diversa índole que han perpetrado actos terroristas. Además, defiende que también hubo militantes anarcoindividualistas con miras e implicación hacia lo colectivo.

En conclusión, considero que se trata de un libro muy pertinente para adentrarse en la tensión histórica entre la autonomía personal y el compromiso colectivo del anarquismo que aún no queda resuelta. Me quedo con la idea de que el anarquismo debe saber leer el momento histórico en el que se encuentra si quiere desarrollar un proyecto político acorde con los tiempos que corren.