Lo que enseña en sí el trasfondo de la trama me ha parecido muy buena, con cierta moraleja, tal que dice el refrán: el padre come uvas agrias y al hijo se le hacen dulces. El autor ha reflejado la realidad cruda tanto en el lenguaje como las acciones de esa parte de la historia pero, para mí hay un pero mayúsculo, el personaje femenino principal y el aspecto tan peliculero que le proporciona el autor para dotarla de acción no me ha gustado en absoluto. Muy de cine de palomitas o de novela de quiosco.