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reviewed Días como flechas. by Leopoldo Marechal (Colección "Indice")

Review of 'Días como flechas.' on 'Goodreads'

3 stars

Algunas impresiones:

Poema sin título: El yo poético escucha el canto matutino de una mujer. Tierra casi virgen, habitada pero impregnada de naturaleza. Caballos, ancianos, pipa, maíz. ¿Evocación de una Argentina pastoril?

Canto en la grupa de una mañana: Críptico. El tiempo como un peso que se quiere enterrar. ¿Cronofobia? Tensión en el espacio y en la distancia también. ¿Mujer como portadora de la alegría? La alegría, vinculada también a la música (vidalita, zorzal, canto), disipa la tensión, pero esta regresa al final. El yo poético es un cazador de alegrías, pero en el fondo sabe que la distancia (¿el camino?) es limitado y la muerte espera. Me gustó mucho lo que entendí como metáfora de la vida, "grito alargado entre dos paréntesis de silencio", que me recuerda a esta frase de Nabokov: "el sentido común nos dice que nuestra existencia no es más que una breve grieta de luz entre dos eternidades de oscuridad".

Canción: Atmósfera onírica, naturaleza. Cargado de metáforas. Búsqueda de un lugar casi mítico, pero ¿pertenece a Dios o a la amada?

Poema de veinticinco años: El mundo como algo inestable, errático, lleno de mentiras. Un pescador diferente a los otros, solitario, silencioso, lector (¿célibe?). Sufre su 25to cumpleaños (¿atormentado por sexualidad contenida? ¿por haber "malogrado sus tobillos de ola"? Parece haber cierta acusación hacia las mujeres por "apuntalar su soledad"). Al final se convierte en jinete (¿consuma el acto sexual, a lo símbolo lorquiano?).

Canción del ídolo: El yo poético le canta a un ídolo de barro con forma de alfarero creado por él mismo. Puede ser un juego con la figura del alfarero como creador que Marechal usa a veces.

Canción para que una mujer madure: Al principio pensé que era un poema de un padre a una hija, pero parece ser de un hombre maduro que espera que una niña (¿o adolescente?) crezca para cortejarla (como ocurre también en Adán Buenosayres, en el Cuaderno de Tapas Azules). Un poco perturbador, la verdad.

Noche de sábado: Vuelve el tema del tiempo, conciencia de su paso. Infancia, recuerdos. Una vez más, anhelo de sacudirse de encima el peso de los días.

Canto para una segadora: Añoranza de la vitalidad de la juventud. Luego canto a la segadora, que parece ser la muerte, que lo deshace todo, aunque hay cierto alivio en descansar bajo su sombra.

A un zaino muerto: Descripción de un caballo muerto (tópico de la literatura argentina), aunque más que centrarse en su estado actual lo hace en lo que fue y en lo que será. Me gustó esto: "¡Semillas de la noche venidera / son tus ojos abiertos como nunca!".

Canto de otras vidas: Muy críptico, pero parece aludir al ¿desperdicio? de la vida en la lectura de otras vidas. El canto de la vida del lector (que lee los cantos de otras vidas) es silencioso. Me recuerda a esta parte del Adán Buenosayres (1948): "He malogrado mi único destino real, por asumir cien formas inventadas, tejedor de humo. [...] Megalomanía. ¡Sólo un literato!", la cual a su vez me remitió al posterior poema "El remordimiento" (1979) de Jorge Luis Borges: "Mis padres me engendraron para el juego / arriesgado y hermoso de la vida [...] / Los defraudé. No fui feliz. Cumplida / no fue su joven voluntad. Mi mente / se aplicó a las simétricas porfías / del arte, que entreteje naderías".

Balada para los niños que serán poetas: Este es bastante más claro. Tiene el encanto de los cuentos de hadas.

Siesta: Recuerdo de una siesta soleada junto a una mujer en el patio. Soledad, anhelo de ella. Imaginación.

Nocturno: Mientras el Tiempo acecha, el yo poético recuerda con anhelo su relación con una mujer, de la cual parece haberse alejado luego de una discusión sobre la naturaleza de Dios (¿ella lo veía como a un músico ciego y él no compartía eso?). Desde esa noche, toda noche le pesa.

Poema del sol indio: Canto al sol que mata la noche y trae la alegría, pero también al sol antiguo de un mundo "casto" (indio), antes de la llegada de los "hombres color de olvido" que vienen del este. El yo poético anuncia que ese mundo casto regresará (¿el mundo de los salvos tras el Apocalipsis?) Acá está la expresión "más alegre que un entierro de niños" que tiene bastante importancia en Adán Buenosayres.

Nocturno 2: Críptico. Noche, tempus fugit. Al final, consuelo en la figura del poeta como demiurgo. ¿Evocación de torturadas meditaciones nocturnas sobre la vida y el paso del tiempo?

Palabras a la silenciosa: El yo poético, silencioso, espera las palabras de una mujer también silenciosa (¿y cree que llegarán cuando sea demasiado tarde?).

Elegía de un camino en otoño: Otoño vinculado al paso del tiempo, a la vejez. ¿Le canta a una mujer madura?

Largo día de cólera: Bastante poderoso, rasgos apocalípticos, la humanidad es una cacofonía de ruidos entre el silencio del principio y el silencio del final.

Cuatro poemas: Muchos de los tópicos y metáforas del resto del poemario parecen confluir aquí. Noche de amor y la obstinación de preservarla aunque el día la mata.

Intertextualidad

Menciones directas:
Mención al personaje de Simbad, de la tradición asiática, marino que tiene aventuras fantásticas, conocido por su aparición en Las mil y una noches (ca. s. XIII), anónimo, a la que fue agregado tardíamente (ca. s. XVII). Hay muchos antecedentes de su historia, de los cuales el más temprano de que se tiene registro está en la Historia del marinero náufrago (ca. s. XXI a. C.), anónimo (del Imperio Medio de Egipto).
Mención al escritor Thomas Mayne-Reid (Reino Unido/Irlanda, s. XIX).

Indirecta:
En "Canto en la grupa de una mañana" (1926) una estrofa comienza "Mano de Dios hondero / que te arrojó como la piedra más ágil de su honda". Me recuerda a la imagen de Dios como un arquero que arroja a los humanos como a flechas (cuyas trayectorias serían sus vidas), en el poema "Los hijos" de El profeta (1923) de Khalil Gibran. Posible relación.

Animales recurrentes: Pájaros, caballos.
Figuras recurrentes: Alfarero como creador, pescador, reina, príncipe, rey.