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Kitchen (キッチン) is a novel written by Japanese author Banana Yoshimoto (吉本ばなな)in 1988 and translated …

Review of 'Kitchen' on 'Goodreads'

3 stars

No he leído mucha literatura japonesa, y lo poco que he leído (una novela de Ōe, una de Murakami, dos de Kawabata, un cuento de Yoshimoto y varios de Akutagawa) lo he leído de forma esporádica durante los últimos tres o cuatro años. Quitando a Akutagawa, que se me hizo el más "distinto" (¿clásico?), creo que he tenido un problema con lo que he leído de literatura japonesa. No he podido disfrutarla. Aun cuando reconocía la maestría poética en pasajes de Kawabata u Ōe, no disfrutaba.

Leer me generaba una sensación de insatisfacción. El marcado énfasis en lo rutinario, las extemporáneas descripciones minimalistas del entorno, y los diálogos y pensamientos ambiguos e inconexos de sus personajes, todo teñido excesivamente de melancolía y fatalismo... Me pareció que tenían la pretensión de presentarse como un velo que prefigurara sutilmente algo sin nunca llegar a enunciarlo del todo (alguna verdad cósmica, reflexión, pulsión, esencia). Pero sin que hubiera nada detrás de este velo, solo vacuidad, un artificio.

No sé, quizás del mismo modo que los personajes japoneses tantas veces mantienen una distancia infranqueable entre ellos (ya sea por ceremonia o alienación), los narradores suelen hacer lo mismo con los personajes. Así, me parecía que el narrador se quedaba muchas veces en la superficie de las cosas, en la descripción de las acciones, y estas acciones (por más que se tratara de un llanto o una borrachera) se me hacían estériles, carentes de emoción y de sentido. Y no es como en El extranjero de Camus, donde Mersault es casi el único "autómata" y el contraste de sus interacciones con los demás es algo intrigante de leer, o como en un texto de Kafka o E. T. A. Hoffmann donde la extrañeza de los personajes deviene en tensión perturbadora u horror fascinado. Cuando leía literatura japonesa a veces sentía que todos los personajes actuaban como autómatas, y encima unos autómatas un poco aburridos.

O quizás era la sensación que me asaltaba a veces de que al leer una novela japonesa estaba releyendo las anteriores. Hay algo como formulaico en la repetición casi ceremonial que se da a veces, entre distintos textos, de reacciones, ritos, desencuentros, soledades, ansiedades, interacciones con la naturaleza, metáforas lumínicas y espaciales, recuerdos, diálogos truncados... Pero no es que a mí me disguste la repetición. Después de todo me encantaron novelas como El limonero real de Saer o Djinn de Robbe-Grillet, que incluso son mucho más agotadoras con sus reiteraciones y mentalmente demandantes con sus experimentos... Puede que ahí esté la diferencia. En una de esas lo que no me gusta es esta repetición ociosa, tranquila, desganada. Puede que sea simplemente un tema de disposición anímica. La literatura japonesa requeriría otra disposición anímica... No sé.

O puede que simplemente sea una barrera lingüística (además de la cultural). Quizás las traducciones que leo no son las óptimas (por eso lo extraños que me resultan algunos pasajes, casi como escritos por niños). Y aunque lo fueran siempre algo se pierde.

El caso es que cuando empecé este libro de cuentos —¿o novelas cortas?— de Yoshimoto (incluye "Kitchen" y "Moonlight Shadow"), decidí predisponerme al máximo para ser receptivo en la lectura. Tratar de dejar todos mis prejuicios de lado y ver si podía conectar con la obra. Creo que hasta cierto punto lo logré. Todavía hubo algún momento en que los problemas que mencioné antes resurgieron... quizás es solo otro estilo, al que terminaré acostumbrándome. En general, creo que pude apreciar estos textos en su tentativa por capturar la condición humana.

La épica sosegada de lo rutinario que ensaya Yoshimoto me recordó un poco a los cuentos de Alice Munro (aunque hasta ahora no encuentro a nadie que la supere en esto). Algo que mantuvo mi interés fue la temática, presente en ambos textos, de sobreponerse a la pérdida y al duelo a través de una especie de fugaz conexión con una dimensión sobrenatural del mundo.

Me gustó el contenido de "Kitchen", no me convenció su forma. Descripciones monótonas, metáforas repetitivas. Pero los personajes y en especial los temas fueron suficientemente convincentes para hacerme vibrar por momentos. "Moonlight Shadow" me pareció un poco más flojo. Mientras lo leí sentí que se intensificaba esa inefable cualidad frustrante de la prosa japonesa que me descoloca. Además, por momentos se me hizo melodramático.

Creo que si algo me gustó en estos textos es que, a pesar de la turbación que experimentan las protagonistas ante la muerte y la soledad, acaban encontrando una voluntad tanto de supervivencia como de lucidez. No es solo seguir viviendo como sea, sufriendo por dentro pero forzando la típica sonrisa japonesa. Es aceptar que la existencia es efímera, que el tiempo no se puede detener y que el mundo siempre estará un poco roto, y seguir adelante.

Voy a seguir probando literatura japonesa. Todavía quiero leer a Endō, Mishima, Ogawa, Natsume, Hayashi, Abe, y probar más de Ōe, Kawabata y Akutagawa. Y quizás darle otra oportunidad a Murakami, si el tiempo lo permite.