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Victoria Camps: El gobierno de las emociones (Spanish language, 2012, Herder) 4 stars

¿Qué lugar ocupan la vergüenza, el miedo, la compasión, la confianza o la autoestima en …

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4 stars

Mi valoración de este ensayo se podría resumir de la siguiente manera: su tesis me ha gustado muchísimo, la aplicación que de ella hace la autora, no tanto.
La tesis de este libro es que el cometido de la ética es el gobierno de las emociones, que la moral no puede reducirse a normas y acciones sino que consiste también en una sensibilidad que hay que educar y que el sentimiento es fundamental para la motivación moral y, por tanto, para salvar la brecha entre teoría (conocimiento del bien) y práctica (hacer el bien). Su propuesta podría describirse como algo así como una ética de las virtudes actualizada al siglo XXI.
A sus fuentes filosóficas (Aristóteles, Spinoza y Hume), Camps dedica sus primeros cuatro capítulos. A los siete capítulos siguientes dedica el análisis de diversas emociones, cuyo papel en la moral reivindica y examina: la vergüenza, la compasión, la indignación, el miedo, la confianza, la autoestima y la tristeza (las "sub-tesis" de estos capítulos me han gustado, pero algunos tramos los he encontrado redundantes, es quizá la parte que he encontrado más repetitiva). Finalmente, dedica tres capítulos a analizar el modo en que esta dimensión sentimental debe articularse en relación con la educación, la política y la ficción.
Como decía, para mí, donde falla la autora es en su "aplicación". Camps es una filósofa que podríamos llamar institucional o, en otras palabras, reformista. En ningún momento critica como tal a las instituciones que nos rigen social y políticamente, sino que su propuesta mira a ¿mejorarlas? dándoles un toque más emotivo. Podríamos creer entonces que todo el problema de nuestra sociedad y de nuestras instituciones se refieren a un exceso de racionalismo. Cae así en una propuesta, a mi entender, estéril o impotente, porque no se dirige a las verdaderas causas del imperio de la razón instrumental más fría (ninguna mención por su parte a la escuela de Fráncfort en este sentido). Además, esto la hace representar algunos problemas de formas simplificadoras y, en mi opinión, erradas. Por ejemplo, al abordar la cuestión del nacionalismo, la reduce a una postura liberal-cosmopolita y comunitarista-nacionalista, lo que no hace en absoluto justicia al quid de la cuestión y mete en el mismo saco el nacionalismo más ultraconservador y reaccionario con las identity politics de izquierdas.
Por lo demás, como decía, su tesis me parece muy interesante y enriquecedora y está muy bien articulada a partir de sus fuentes filosóficas, lo que hace que sea una propuesta en el ámbito de la Ética que merece mucho la pena conocer.