Enrique Suñer, era en este sentido una figura especialmente simbólica. Catedrático de Pediatría y cargo de confianza durante la anterior dictadura, Suñer juzgaba que la mayor equivocación de Primo de Rivera había sido mostrarse excesivamente «débil para derramar sangre»,41no ya de los subversivos rojos y negros habituales, sino sobre todo de los integrantes de la traidora y extranjerizante Institución Libre de Enseñanza (ILE)