Review of 'Vidas Imaginarias (Clasicos De Siempre / Always Classics)' on 'Goodreads'
4 stars
En el prefacio a esta colección de relatos, Schwob afirma su intención de escribir la historia desde las individualidades y los hábitos y rasgos singulares de sus personajes, de hacer de la biografía un arte, de poner el foco en los actos perversos. Como algunos antes de él y tantos otros después, no le interesa la verdad del discurso historiográfico. Partiendo de personajes reales (la mayoría: no lo son Séptima, Sufrah y Catalina la encajera), mezcla datos verdaderos y ficción. Se entiende entonces la influencia que pudo tener en Borges, incluso más allá de la Historia universal de la infamia.
Es muy interesante llegar a este texto después de leer a Lejeune con sus pactos autobiográfico, novelesco y referencial, y a Alberca con su pacto autoficcional. Lo que hace Schwob aquí, crear biografías con un balance inestable entre la referencialidad real y la invención (como quizás hacen también Borges, …
En el prefacio a esta colección de relatos, Schwob afirma su intención de escribir la historia desde las individualidades y los hábitos y rasgos singulares de sus personajes, de hacer de la biografía un arte, de poner el foco en los actos perversos. Como algunos antes de él y tantos otros después, no le interesa la verdad del discurso historiográfico. Partiendo de personajes reales (la mayoría: no lo son Séptima, Sufrah y Catalina la encajera), mezcla datos verdaderos y ficción. Se entiende entonces la influencia que pudo tener en Borges, incluso más allá de la Historia universal de la infamia.
Es muy interesante llegar a este texto después de leer a Lejeune con sus pactos autobiográfico, novelesco y referencial, y a Alberca con su pacto autoficcional. Lo que hace Schwob aquí, crear biografías con un balance inestable entre la referencialidad real y la invención (como quizás hacen también Borges, Bolaño, Wilcock y algún historiador romano cuyo nombre no recuerdo), me recuerda al pacto autoficcional. Pero claro, esto no es autobiográfico sino biográfico. Quizás habría que plantear un nuevo pacto para esta clase de textos (¿bioficcional?) pero es probable que Lejeune ya lo haya contemplado en alguna de sus tantas cajitas de categorización.
Disfruté mucho más con los primeros cuentos que con los últimos (que de todos modos me gustaron). No sé si esto es porque me pareció repetitivo el planteo, porque no me interesan mucho los piratas (tres de los últimos cuatro son sobre ellos; el último, el de Burke y Hare, ya lo había leido) o porque encontré algo fascinante en los personajes griegos y latinos. Mis relatos favoritos fueron: "Empédocles: Supuesto Dios", "Heróstratos: Incendiario", "Crates: Cínico", "Séptima: Encantadora", "Lucrecio: Poeta", "Cecco Angioleri: Poeta rencoroso", "Nicolás Loyseleur: Juez" y especialmente el demoledor "Catalina la encajera: Muchacha apasionada". Este último, a pesar de usar un personaje ficticio, lo sentí curiosamente como el más "real" de los relatos, quizás por la certeza de que incontables personas tuvieron y tienen una vida similar a la suya. Los de Angioleri y Loyseleur denuncian la hipocresía de algunas personas religiosas, y supongo que por mis circunstancias personales tengo cierta debilidad por esta clase de historias.
En "El mayor Stede Bonnet: Pirata de corazón", me pareció ver (aparte del paralelismo con el Quijote: hombre corrompido por la literatura y otras influencias decide lanzarse a la aventura) una sombra de lo que quizás luego sería el cuento "El Sur", de Borges. Decir más sería arruinar el desenlace de ambas historias.
Leído también el breve prólogo de Borges que mi edición no incluía.