Teo reviewed El sainete criollo by Tulio Carella (Colección "El Pasado argentino")
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La introducción de Carella a esta antología es considerada buena bibliografía sobre el sainete criollo. Realiza un recorrido histórico del mismo.
El origen del sainete es incierto. Ya en Grecia existían los mimos, piezas dramáticas bufas. En Roma se dio el antecedente probable más remoto del sainete: la atelana, compuesta de caricaturas groseras, burdas payadas, imitaciones satíricas y bailes obscenos, con intriga y desenlace. En la Edad Media, las farsas (que no constituyen un género claramente delimitado) daban lugar a juegos y ritos burlescos en un ambiente marcado por saltimbanquis, juglares, prestidigitadores, bufones, charlatanes de feria, pantomimos. En España en el siglo XVI había toda clase de composiciones teatrales entre las que se encontraba el paso, el más acabado de los géneros menores que preceden al sainete, dado por un lace chistoso e irrisorio, escrito en prosa familiar o jerga, representado en intervalos entre comedias.
El primero en usar la …
La introducción de Carella a esta antología es considerada buena bibliografía sobre el sainete criollo. Realiza un recorrido histórico del mismo.
El origen del sainete es incierto. Ya en Grecia existían los mimos, piezas dramáticas bufas. En Roma se dio el antecedente probable más remoto del sainete: la atelana, compuesta de caricaturas groseras, burdas payadas, imitaciones satíricas y bailes obscenos, con intriga y desenlace. En la Edad Media, las farsas (que no constituyen un género claramente delimitado) daban lugar a juegos y ritos burlescos en un ambiente marcado por saltimbanquis, juglares, prestidigitadores, bufones, charlatanes de feria, pantomimos. En España en el siglo XVI había toda clase de composiciones teatrales entre las que se encontraba el paso, el más acabado de los géneros menores que preceden al sainete, dado por un lace chistoso e irrisorio, escrito en prosa familiar o jerga, representado en intervalos entre comedias.
El primero en usar la palabra entremés (que ya es sainete, pues designan la misma cosa) fue Juan de Timoneda. La palabra sain significa gordura artificial. Un sainete era un bocadito gustoso, eventualmente algo que adorna y finalmente pieza dramática breve y jocosa que refleja las actividades cotidianas del pueblo.
Los españoles traen su dramática a las colonias, incluyendo algunos sainetes. Las fuerzas telúricas y la realidad americana se insinúan paulatinamente en las obras. La independencia y la organización nacional producen obras de carácter política o panfletario, sin resultados famosos. Luego el género chico entusiasma al público rioplatense. Los espectáculos son híbridos. Con la adaptación teatral de la novela gauchesca Juan Moreira al mimodrama por su propio autor, Gutiérrez, se ratifica el interés del público por lo nacional. Generalmente se considera a esta pieza como fundadora del teatro rioplatense, aunque Carella lo pone en duda porque pocos años después ya surgía el sainete criollo y se organizaba el teatro argentino, lo que indicaría una gestación previa más larga.
Tras las olas inmigratorias y el crecimiento de Buenos Aires, ruge una nueva literatura (la ciudadana). Las clases pudientes viven apartadas y tienen sus placeres intelectuales, por lo que el arte y lo popular se desdoblan. El sainete, con la risa, borra esas desigualdades sociales y mentales. Los autores dramáticos alternan obras mayores con el sainete.
Los saineteros crean un teatro típico que refleja la vida local. Al principio imitan las formas españolas. Algunos incluyen ataques políticos en sus obras y a su vez son perseguidos por la violencia de sus sátiras. A fines del siglo XIX el sainete a la española es reemplazado por el sainete criollo, más accesible, más acorde con el gusto popular. Se transforma también en un género tragicómico, pues incorpora al suceso intrascendente una nota trágica.
La fábula del sainete criollo refleja conflictos reales inmediatos de la ubre, el campo y el arrabal. El sainete muestra el mundo en su prosperidad y miseria. La soledad, la muerte, el abandono, el crimen, la promiscuidad, las diferencias sociales, los deportes, el juego, se detallan a veces con ambiciones idealistas.
Un rasgo esencial del sainete criollo es el empuje dramático escueto, el acto puro y rápido con dinamismo lineal producto de una idiosincrasia eruptiva. Después esta singularidad se hace monótona y hasta destructora, la forma repetida agota.
El sainete recoge los rasgos genérico de la persona (nacionales, étnicos, sociales), así reduce el número de personajes, obliga a la repetición y fija un tipo en sus características más evidentes.
El Cocoliche es uno de los tipos más representativos: el italiano que por falta de cultura se apresura a acriollarse e imita mal las formas del compadrito. La burla al extranjero va más allá de la crueldad y el desprecio, denota la lucha del nativo contra una mayoría a la que percibe como adueñándose de su patrimonio y amenazando destruir la conciencia nacional.
Es muy abundante el uso de expresiones viciadas, ridícula, grotescas y estrafalarias. El castellano sufre todos las transformaciones imaginables: vesre, trastrueque de sílabas, cambio de acentos, hablar con apellidos por aproximaciones fonéticas. Todo se aprovecha: retruécanos, malentendidos, payadas, improvisación, hablar sin decir nada, etc.
Colectivamente el sainete recoge e interpreta el destino del país y de sus habitantes, los problemas sociales, las complicaciones étnicas, el pasado histórico, los prejuicios y distinciones sociales y la moral imperante. A veces busca la controversia, postula ideas libertarias y librepensadoras avanzadas para la época, critica el atropello de los poderosos o la hipocresía.
La música es integrante inseparable del teatro popular. El sainete se sirve del tango, porque sugiere y acentúa el color local.
Uno de los problemas del sainete fue el divismo: el público exaltaba a ciertos autores, los que se tomaban libertades con la representación de la obra. Esto derivó en simple imitación fonética de nacionalidades, torpes piruetas y bocados añadidos por el divo, etc. Varios autores se subordinan al divo y sacrifican su libertad creativa. Terminan teniendo éxito los sainetes más estúpidos y la crítica contribuye a la decadencia y desaparición del género.