He llorado. He sufrido. Me ha conmovido. He empatizado y ha despertado rabia. Es un libro que puede levantar muchas emociones. Transitar los pensamientos, uno de los grandes poderes de la literatura, puede conseguir todo esto, pero Alana lo hace con un estilo cercano y a la vez poético.
Conforme leía pensé. La juventud, aquí llega abriendo camino, generando esperanza, atreviéndose a lo nuevo. Termino el libro sintiendo que no somos nadie sin quienes se atrevieron a vivirlo, sin las valientes, sin las que se definían con las mismas palabras, las de "la mala vida", las personas excluídas, en los márgenes. Ellas son las que envalentonan a la juventud, las que dan ejemplo y las que manifiestan la necesidad de mejoras.
Un homenaje a las madres, a las maestras, a las grandes que pasan por tu vida. Y más cuando te atraviesan en secretos y silencios que sólo ellas pueden verbalizar hasta que ya sí, reúnes la valentía suficiente.
Si le doy 4/5 estrellas es por un simple motivo: me hubiese encantado saber más. Llegar maś lejos. Conocer cómo le fue. Pero supongo que es una exigencia que no le debería pedir porque el libro termina claro: "No tenía nombre pero existía". ¿Acaso no deja sensación de que precisamente esa es la idea? ¿Es el fin perfecto al libro? Si continuara estaríamos ante otra obra distinta así que sé que no ponerle la máxima puntuación es un acto individualista y poco comprensivo.
PD: Aunque me hablo de valentía como superación del miedo, vivir en el miedo requiere también valentía. Como expresa Alana Portero en su novela "Que dos contrarios puedan darse al mismo tiempo es algo que se tarda en aprender pero que desata muchos nudos cuando se hace".