Nueve semanas (justas-justitas)

El protagonista (Bloss) es la clase de hombre con el que jamás me gustaría tener tratos, así de lamentable parece al principio. Pero la magia de la literatura es esa, te hace conocer a toda clase de personas. Así que por unos días he sido este tipejo yo misma (se me puede acusar de muchas cosas pero hombre no soy) algo que resulta muy divertido. El cenutrio en cuestión comienza a escribir un diario y siguiendo la primera definición de la RAE: Escritor es la persona que escribe. Todo lleno de alegría comienza a autodefinirse como "escritor". Como también peco de optimismo si me denomino "reseñadora", también puedo definirme como "escritora". Dejadme soñar y no me llevéis la contraria que sois unos agonías. La protagonista femenina (Dedé) es una moza guapetona de clase alta que toma a nuestro perdedor como ideal para ser el personaje central de su primera novela y comienza a vigilarlo. Además, decide esforzarse por si misma y convertirse en escritora, empezar desde "pobre". Entiéndase que lo de pobre es un decir, pero ese es el espíritu. Entre engaños y disparates se enamoran y comienzan a trabajar juntos en su libro. Es una historia muy divertida donde todos los personajes cuentan la historia desde su perspectiva. Aunque sea una comedia loca, muy loca también hay espacio para la crítica al tufillo rancio que puede percibirse en las editoriales. Eso de pegar las hojas del manuscrito y que te lo rechacen diciendo que no es lo que buscan cuando tienes pruebas de que ni siquiera lo abrieron para leerlo 😲😲😲. Es un truco buenísimo.

Nunca adivinas qué va a pasar ni quien quedará con quien. Aluciné con el final, pero también con el principio y el desarrollo (¡Olé!). Me encantaron los nombres de los personajes, el uso y abuso de paréntesis (yo los uso sin parar 😋). Puedo afirmar que después de todo Bloss (nombre ficticio) no es tan mala gente como yo pensaba. Como él diría me dio pena-penita-penota que la novela acabase.