La servante écarlate

Tenia pendent la lectura d’alguna cosa de la Margaret Atwood i, quan he aconseguit temps, he començat pel Conte de la serventa , la primera novel·la de la temàtica Galaad. M’he penedit de no haver-ho fet abans perquè m’ha enganxat a la lectura i no he parat fins a acabar el llibre i començar el segon, Els testaments , que comentaré un altre dia.

Primer de tot cal dir que l’autora té una mestria en l’escriptura que molts altres voldrien. A cada paràgraf hi passa alguna cosa, per petita que sigui, i això t’enganxa i et fa avançar amb ganes.

En segon lloc, el tema que tracta que no saps ben bé si és ciència-ficció o política ficció. No és la ci-fi de marcianets i maquinetes a què estem acostumats. Més aviat es tracta d’inventar un model de societat puritana, cristiana i retrògrada on les dones són relegades als papers de reproductores i de mà d’obra. El que més em va cridar l’atenció, i em va fer rumiar, és que el canvi de la societat actual a aquesta societat medieval representa que es produeix molt ràpidament, en tres o quatre anys arran d’un cop d’estat violent i una cruelíssima repressió subsegüent.

Margaret Atwood fa com Ursula K. Le Guin , en poques línies és capaç de dibuixar un nou món, una nova societat amb formes de funcionament diferent de les nostres, però que ens fa rumiar precisament sobre el nostre temps i espai. La narració, és sempre en veu de dona, els homes, malgrat a Galaad tene un paper preeminent, queden bandejats com a personatges secundaris sense massa més interès. Un bon canvi del punt de vista que ajuda a entendre la situació de la dona.

Afortunadament, hi ha una resistència que, tanmateix, a l’inici del règim, es limita a treure les dones de Galaad i dur-les al veí Canadà. Una petita esperança, però que no arriba a tothom perquè, prou bé ho sabem, els règims totalitaris triomfen per les traïcions d’alguns del grup de les víctimes.

Increíble cómo ese epílogo adensa significados, sugiere nuevas perspectivas y genera más preguntas. Cuando se llega a este punto en una novela distópica uno suele estar pensando en cuál habrá sido el destino de la protagonista y de los demás personajes (si el final fue abierto) y cómo habrá sido el futuro del régimen (¿cayó? ¿se extiende pesadillesca e infinitamente hacia el futuro?), reflexionando sobre lo que esta ficción especulativa nos dice sobre nuestro presente y nuestra humanidad y pensando en los temas del libro.

Pero acá hay mucho más. Atwood nos presenta un epílogo en el que se describe una disertación universitaria de un grupo de profesores que investigan la historia de Gilead y el testimonio recuperado de la protagonista. El hecho de que dicho testimonio haya sido transcripto y modificado por parte de los investigadores nos lleva a preguntarnos qué alteraciones voluntarias o involuntarias han producido en su discurso, en la naturaleza de los testimonios de momentos históricos oscuros, en la naturaleza de la investigación (tarea en la que he estado metido en los últimos años), en el contraste de cosmovisiones. De la humanidad de Offred, que late y se debate bajo sus circunstancias, a los casi alienígenas comentarios de quienes la diseccionan en el claustro académico.

Además, es evidente que el régimen de Gilead, aunque cayó, reverbera en el siglo XXII. Esto se trasluce en un par de comentarios sexistas del profesor disertante y en su disimulada admiración por algunos aspectos del régimen. No se trata aquí de un simple blanco-y-negro, de un "Gilead cayó y con él sus valores retrógrados". No, Gilead ocurrió y dejó una impronta indeleble en la historia y en las concepciones y actitudes de humanos posteriores.

No sé, no puedo dejar de pensar en la profundidad que le suma este epílogo a la novela. Me parece algo muy elogiable por parte de Atwood.

En cuanto al grueso del texto en sí, no tengo mucho para decir que no se haya dicho antes. No suelo sentirme incómodo leyendo literatura, pero si hay un tipo de texto que logra provocarme esa sensación es esta combinación de atmósfera de terror poco explícita (quitando algunos momentos) y de cierta plausibilidad. Gilead es una versión realizada de los sueños húmedos de algunos (quitando la amenaza radioactividad y la esterilidad). Las actitudes, creencias y decires de algunos personajes me recuerdan a los de mi madre y de algunos de los pastores evangélicos más radicales que nos hacía escuchar. Lo irónico es que probablemente ellos serían perseguidos bajo el régimen de Gilead: ese es un punto que me pareció bastante realista, el eventual ataque de la secta cristiana extremista de los Hijos de Jacob a todas las demás ramas y denominaciones.

En ese sentido, también me pareció apropiada la representación de la hipocresía social y de la cooptación, por parte de la élite política dominante, de la religión como herramienta para sus propios fines.