Otro ejemplo interesante es el de experimentar culpa cuando le pedimos a alguien que nos respete: En tal situación de beríamos experimentar pundonor («sentimiento de orgullo o amor propio que anima a mantener una actitud y apariencia dignas y respetables, nunca inferiores a las de los demás») por. que está bien respetarse a uno mismo y eso implica hacerse respetar por los que nos rodean. Sin embargo, muchos de vosotros experimentáis culpa porque el otro se ha molestado. Lo único que pedís es que se os respete, el otro debería ser empático, entender que se ha equivocado y pedir disculpas. De todos los elementos a valorar, estáis dando más relevancia a su reacción emocional que a las normas de educación, según las cuales él debería respetarte. ¡Como si fuese más importante su enfado que el trato que tú mereces! Como si tu mente interpretara «algo debo haber hecho mal si él se enfada», antes que «si se enfada, que se enfade, solo faltaba que yo no pudiera pedir que me traten con respeto». Muchos hombres que han es tado sometidos al chantaje emocional durante años (jhay cada madre!) acaban siendo vulnerables a este tipo de interacciones donde todo se supedita a que el otro no se moleste, aunque no tenga razón alguna para molestarse y nosotros seamos de auténticos perjudicados.
— Gaynteligencia Emocional/ Emotional Gayntelligence by Gabriel J. Martin (Page 282)