Review of "War and Peace (Oxford World's Classics)" on 'Goodreads'
4 stars
El libro arranca (o la edición del libro que leí) con una nota de Tolstói en la que dice que es un aristócrata y agradece a dios por pertenecer a esa clase, y que por eso narra esa historia desde personajes con esta característica. "La vida de esas gentes no es hermosa" dice, refiríendose a la gente de otra clase, y ya con el resto de la nota de advertencia que da, a mí la historia me comenzó a parecer lo más triste y vanal que puede haber.
Los recuerdos históricos de aquella época sobre los que yo escribo solo permanecen en la correspondencia y los escritos de la gente de clase alta alfabetizada; incluso hasta los relatos interesantes e inteligentes que he podido escuchar, solo se los he oído a gente de esta clase.
Eso es entendible. Pero esto ya no:
Nunca podré comprender qué es lo que piensa el centinela en la garita, qué piensa y qué siente el tendero pregonando que compren tirantes y corbatas, qué es lo que piensa el seminarista cuando por centésima vez le llevan a azotar, etcétera, etcétera. No puedo entender esto, igual que no puedo comprender qué es lo que piensa una vaca cuando la ordeñan y qué piensa un caballo cuando acarrea un tonel.
En estos apartes, por lo menos, encontré todo muy absurdo. No sé si se trata de una burla o si es el fiel reflejo de esa época:
- Cuando la condesa Rostova le dice a una Natasha de dieciséis años que a su edad ya estaba casada.
- Cuando el conde Rostov dice que viven en una situación economicamente complicada, y aún así salen casi 150 personas y perros de cacería, una escena que dura varias docenas de páginas y en la que se muestra que son los perros los que trabajan, y los amos los que se llevan la gloria.
Pero es eso, tal vez, lo que demuestra un poco toda la carencia del otro aspecto que no se narra en el libro. Y sí, entiendo que es mezquino valorar este libro desde ese particular punto de vista. Y, entonces, hay que hablar de lo que pienso, realmente, después de la lectura.
Es descomunal. Abarca no solamente aspectos de la guerra (históricos y un poco técnicos, no tanto como para explicar pero lo suficiente como para incentivar a la curiosidad), del amor, o de muchas cosas que puede suceder cuando existe un conflicto, sino cómo esto puede afectar a las personas que se encuentran cerca de él.
Tolstói, en medio de todo, se burla de lo frívolo que resulta la alta clase en la Rusia de ese tiempo, y reduce a muchos de los personajes a seres viles que, a pesar de su educación y su entorno, tienen intereses que los muestran de una manera muy singular. Mientras algunos cantan o tocan la citara, otros acuden al chisme o a las estrategias que urden para acomodar a sus hijas.
En fin.
La última parte, en la que Napoleón avanza hacia Moscú es una mezcla de sentimientos y sensaciones que sacan a los personajes de su esencia y los lleva a servir a algo más grande. No dios, o patria, propiamente. Sino el orgullo disfrazado de instinto de supervivencia. Es sobrecogedor no el hecho de la quema de su territorio para no ofrecer ventajas al enemigo, sino lo que sienten los personajes ante este hecho.
Porque nadie duda, a pesar de sus reservas.
A pesar de muchas de las cosas que leía y de las que me encontraba en contra (muy identificado con Pierre, por decir algo), no pude dejar de leerlo. Ni en las partes ostentosas, o en las eternas reuniones en la casa de la chismosa mayor, o de la pobre y triste novela de Natasha (la primera "pixie manic dreamgirl" de la literatura, seguramente), me alejaron de esta lectura.
Un compañero de trabajo me dijo, hace como dos meses, cuando comencé a leer este libro, que prefería las lecturas que enseñaran algo para la vida. Superación personal, coaching, etc. Sé que sueno muy negativo en todo lo que he dicho de este libro, pero a pesar de que narra cosas sucedidas hace más de 200 años mucho de lo que cuenta le queda a uno. Las costumbres de esa élite, sus pensamientos, lo crudo de la guerra (a pesar, claro, de que era una guerra "elegante", en la que se podía pactar cosas en el campo de batalla), las transformaciones de las personas y los vicios que nos caracterizan.
Es descomunal lo que escribió este señor. Descomunal el trabajo que hizo para retratar esa época, y son fuertes sus apreciaciones sobre lo absurdo de la guerra y también su filosofía, que tiene cosas que no comparto.