Elena de Esparta quoted Orgullo y Prejuicio by Jane Austen
(..). Era gratitud. Gratitud no solamente por haberla amado, sino por amarla lo suficiente todavía como para olvidar la petulancia y la acritud con que lo había rechazado, y todas las injustas acusaciones que habían acompañado a aquella negativa. Él, que debía haberla evitado y haberla considerado su mayor enemiga -de eso estaba convencida-, parecía ahora mucho más deseoso de conservar su amistad, y sin hacer gala de ninguna muestra de afecto falsa, ni hacer aspavientos por un asunto que solo les incumbía a ellos dos, parecía esforzarse en conseguir que sus amigos tuvieran buena opinión de él y se había atrevido a presentarle a su hermana. Un cambio semejante en un hombre tan orgulloso no solo causaba asombro, sino que suscitaba gratitud... pues solo al amor, al amor apasionado podía atribuirse aquella transformación (..). Lo respetaba, lo apreciaba le estaba agradecida, sentía un verdadero interés en que fuera feliz, y solo quería saber hasta qué punto esa felicidad dependía de ella, y hasta qué punto la felicidad de ambos dependería de que ella pudiera conseguir que el señor Darcy renovara sus proposiciones, pues suponía que aún tenía ese poder en sus manos.
— Orgullo y Prejuicio by Jane Austen, Roser Vilagrassa (Page 243 - 244)
Mi mandíbula está en el suelo