En el remoto planeta Solaria se ha cometido el primer asesinato en doscientos años. Los solarianos son espaciales con una civilización basada en robots en lugar de esclavos, y algunos tabúes y fobias bastante exóticos.
En este extraño escenario aparece el detective terrano Elijah Baley, asignado para encontrar al asesino. Pero como terrícola, Baley encuentra aspectos de la vida en Solaria difíciles, incluso aterradores, de afrontar.
Me ha gustado la sociología que trasluce, pero no me termina de convencer el final y, sobre todo, lo forzado de la participación de la Tierra en este caso.
Parece un libro de transición más que con un fin en sí mismo.
Como historia policíaca funciona mejor que Bóvedas de Acero y plantea un contexto social totalmente opuesto a la Tierra de las ciudades-bóveda. Comienza a verse el tejido del gran arco argumental de esta serie de novelas de Asimov.
La Tierra era una sociedad atisbada al fracaso dando la espalda al espacio y la robotización. En las colonias estelares, estancadas en la longevidad/la reticencia al cambio y la excesiva robotización, se aproxima otro final. La novela desde luego da pie a que este argumento, así como las discusiones sobre la primera ley, continúe en sucesivas novelas.
El punto negativo es la visión machista y la poca habilidad a la hora de escribir personajes femeninos en Asimov, cayendo en clichés planos y machistas. Incluso considerando cuándo está escrito, cuesta creer que se pueda desarrollar el viaje hiperespecial y sigan siendo sociedades con el cliché machista.
