Álvaro G. Molinero reviewed Los finales del mundo by Peter Brannen
¿Extinción devónica? Lo que importa es meterme con los geólogos (reseña más reposada)
2 stars
No hay eventos que más causen emoción en las personas aficionadas a la geología que las grandes extinciones que ha sufrido el planeta tierra, sobre todo en “tiempos geológicamente recientes”. La extinción de finales del Ordovícico (límite Ordovícico-Silúrico) ocurrida hace unos 445 millones de años (m.a.), la extinción del Devónico (límite Devónico-Carbonífero) de hace unos 372 m.a. —aunque probablemente fuera una extinción en varias fases—, la mortífera extinción del Pérmico-Triásico (con más del 95% de especies desaparecidas hace unos 251 m.a.), la extinción de finales del Triásico (límite Triásico-Jurásico) de hace unos 200 m.a. y la polémica y archiconocida extinción que puso fin al Jurásico (límite Cretácio-Paleógeno, o en nomenclatura vieja límite Cretácico-Triásico o límite K-T) de hace 66 m.a. Sin embargo este libro no las va a tratar con la seriedad y con el detalle que se merecen. Si eres amante de la geología y buscas explicaciones relativamente académicas, …
No hay eventos que más causen emoción en las personas aficionadas a la geología que las grandes extinciones que ha sufrido el planeta tierra, sobre todo en “tiempos geológicamente recientes”. La extinción de finales del Ordovícico (límite Ordovícico-Silúrico) ocurrida hace unos 445 millones de años (m.a.), la extinción del Devónico (límite Devónico-Carbonífero) de hace unos 372 m.a. —aunque probablemente fuera una extinción en varias fases—, la mortífera extinción del Pérmico-Triásico (con más del 95% de especies desaparecidas hace unos 251 m.a.), la extinción de finales del Triásico (límite Triásico-Jurásico) de hace unos 200 m.a. y la polémica y archiconocida extinción que puso fin al Jurásico (límite Cretácio-Paleógeno, o en nomenclatura vieja límite Cretácico-Triásico o límite K-T) de hace 66 m.a. Sin embargo este libro no las va a tratar con la seriedad y con el detalle que se merecen. Si eres amante de la geología y buscas explicaciones relativamente académicas, aunque en tono divulgativo, definitivamente este no es tu libro. Es una auténtica lástima porque, hasta ahora, es el único libro en castellano que trata este tema.
Vamos un poco con el estilo de Peter Brannon. Brannon es periodista. Se puede ser periodista y tratar los temas de forma amena, divulgativa y académica a la vez, pero Peter opta por la vía de la gracieta y la simplificación de los problemas. Desde mi punto de vista, un absoluto error. Además adopta dos técnicas del mundo del audiovisual que quedan horribles sobre el papel: el cebo y la aliteración. No estoy viendo ni un vídeo de Youtube ni estoy viendo un documental sobre volcanes del Discovery Channel. ¡Tengo un libro entre mis manos! Y, por si fuera poco, empieza el libro mofándose de los aficionados a la geología y de los expertos, tratándolos poco menos que de bichos raros. Así, la mitad del capítulo dedicado a la extinción del devónico trata de presentar a la geología como algo extraño y a él como alguien que se acerca a lo desconocido, a los introvertidos y díscolos geólogos y que, por ende, extrae información de algo a lo cual la gente debería permanecer alejada: “no os acerquéis a las rocas que ya me acerco yo por vosotros” parece decir Brannon. Los capítulos sobre la extinción del Pérmico, del Triásico y del Jurásico son más soportables (aunque en la extinción del jurásico, supongo que por ser la más mediática, vuelve a utilizar con profusión la técnica del cebo y de la repetición): exposición más o menos lineal de los hechos, con entrevistas a expertos (sin denigrarlos) y con historias que ayudan a hacer más amena la narración. Lo que viene siendo un libro divulgativo normal. Sin embargo, el último capítulo dedicado a la “sexta extinción” y sobre el futuro geológico de nuestro planeta supera lo insuperable en cuanto a inexactitudes científicas, mentiras, bulos y una buena dosis de ideología del pesimismo antropológico. El corolario de estos dos capítulos podría ser “pues para lo que queda en el convento, nos cagamos dentro, ¿no?”. Dado que —utilizando fuentes sesgadas— la extinción de macrofauna es una cosa que llevamos haciendo decenas de miles de años como seres humanos y que el actual ritmo de extinción de especies globalmente no es tan elevado en comparación con las anteriores cinco extinciones, pues todavía tenemos margen de seguir quemando carbón y petróleo a tope (no lo dice tan descaradamente, pero se destila de su texto). Y, claro, dado que igualmente al planeta le quedan “solamente” 800 millones de años de habitabilidad y que la vida se ha mostrado muy resiliente, ¿por qué no utilizar este periodo de tiempo para, con lo que nos queda por quemar, dar el salto al universo?
Esta última parte es tan marciana que no sé como el editor decidió dejar tal cual el texto. Con una reflexión sobre la sexta extinción (sea la que fuere) bastaba. Sinceramente, es un libro fracasado. Pero, lamentándolo mucho no hay demasiados libros que traten este tema (ni siquiera en ingles) de forma global. Quizá, la parte más valiosa del libro es que ofrece una selección bibliográfica corta, manejable y a la vez certera, para profundizar. Nos quedaremos con eso.