La bisagra ideológica entre el liberalismo y el socialismo
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El conjunto de ideas, actitudes y creencias que pueden englobarse bajo el término "anarquismo" no ha recibido demasiada atención por parte de los teóricos políticos. Hay algunas razones que explican esta desatención: I) bajo la lupa de la ortodoxia liberal que domina las ciencias políticas, una teoría política anarquista suena a oxímoron o a contradicción en sus términos, II) la negación de la necesidad de un gobierno jerárquico produce el rechazo o desinterés de una ciencia política que, precisamente, tradicionalmente se preocupa del gobierno y su estabilidad, III) la palabra “anarquismo” sugiere, para muchos, una doctrina esencialmente apolítica, IV) para April Carter también influye la “inexistencia” de un teórico sobresaliente del anarquismo: “hay escritores anarquistas importantes, interesantes y atractivos, pero ninguno comparable como teóricos sociales con, por ejemplo, Karl Marx; dentro del corpus de grandes pensadores políticos, sólo Rousseau llega a ser …
Podéis leer cómodamente esta RESEÑA también AQUÍ telegra.ph/La-bisagra-ideol%C3%B3gica-entre-el-liberalismo-y-el-socialismo-09-28
El conjunto de ideas, actitudes y creencias que pueden englobarse bajo el término "anarquismo" no ha recibido demasiada atención por parte de los teóricos políticos. Hay algunas razones que explican esta desatención: I) bajo la lupa de la ortodoxia liberal que domina las ciencias políticas, una teoría política anarquista suena a oxímoron o a contradicción en sus términos, II) la negación de la necesidad de un gobierno jerárquico produce el rechazo o desinterés de una ciencia política que, precisamente, tradicionalmente se preocupa del gobierno y su estabilidad, III) la palabra “anarquismo” sugiere, para muchos, una doctrina esencialmente apolítica, IV) para April Carter también influye la “inexistencia” de un teórico sobresaliente del anarquismo: “hay escritores anarquistas importantes, interesantes y atractivos, pero ninguno comparable como teóricos sociales con, por ejemplo, Karl Marx; dentro del corpus de grandes pensadores políticos, sólo Rousseau llega a ser ocasionalmente anarquista”, V) el anarquismo no ha obtenido una victoria permanente y no existen sociedades completamente organizadas entorno a los principios anarquistas.
Para April Carter es, precisamente esta última explicación a la poca atención recibida por la teoría política anarquista (el “fracaso”) lo que le da una fuerza tremenda a las ideas libertarias: son portadores de valores que han sido olvidados y suprimidos con demasiada frecuencia por los valores políticos predominantes. El Libro está compuesto por 4 capítulos.
En el primer capítulo Carter compara la discusión entre los diferentes teóricos anarquistas con algunas de las ideas centrales del paradigma liberal. Por ejemplo ¿Qué opinan los libertarios de la ficción heurística de Thomas Hobbes y su “Leviatán” para justificar la necesidad de una autoridad central y jerárquica?, ¿qué concepto de naturaleza humana poseen los anarquistas? Aquí Carter hace metapolítica y utiliza la ficción de Hobbes como una cuestión política atemporal para poder comparar con concepciones que no son coetáneas. Mientras Hobbes era partidario de esa autoridad centralizada, lo que podríamos concebir como el Estado, el anarquismo se encuentra en el extremo opuesto. Hay 2 distinciones importantes a hacer: gobierno-Estado, por un lado, y Estado-sociedad, por el otro. Así, el anarquismo enfrenta al control centralizado, jerárquico y violento del Estado sobre la sociedad, con un modelo social autorregulado. Pierre-Joseph Proudhon, Mijaíl Bakunin y Piotr Kropotkin han indicado principalmente cómo sería una sociedad anarquista, quienes a pesar de diferencias significativas comparten ciertos valores comunes. Cualquier comparación con el marxismo se vuelve difícil por la diversidad inherente de la tradición anarquista y la creciente complejidad del marxismo a medida que ha evolucionado. Marxismo y anarquismo parten de un compromiso común de abolir el capitalismo y el Estado capitalista; ambos rechazan la democracia parlamentaria como forma óptima de representación popular; y ambos aspiran a crear una sociedad libre de desigualdad y explotación. Difieren en muchas ocasiones (también dentro de las propias tradiciones de pensamiento) en las actitudes hacia la industrialización, la democracia sensu lato, la concepción de progreso y el nacionalismo. El punto crucial que sirvió de Rubicón para ambas tradiciones fue el papel del Estado durante el periodo de transición tras la revolución socialista. También están en desacuerdo sobre el papel del gobierno y la ley y en la comprensión de la “política” (institucionalidad).
En los siguientes tres capítulos las diferentes formas de entender el anarquismo se contrastan con otros aspectos importantes del paradigma liberal: I) con el contrato individual entre partes que emana de la teoría del contrato social de Hobbes y John Locke, II) con el liberalismo constitucional de Alexis De Tocqueville, III) con el pensamiento socialista en general y el marxismo en particular. Para Carter, y considera que con su análisis queda demostrado, el anarquismo es mucho menos coherentes que la tradición liberal y el marxismo. Así se puede interpretar la tradición anarquista como una especie de visagra entre los dos grandes paradigmas que según Gary S. Schaal y Felix Heidenreich: el paradima liberal y el paradigma republicano-comunitarista. Por ejemplo, Godwin puede verse como una extensión lógica del liberalismo laissez-faire de Adam Smith pero, un siglo después, Bakunin, Errico Malatesta o Kropotkin recogen buena parte del legado del socialismo utópico y del primer socialismo para una propuesta basada en la comunidad y en el individuo a partes iguales. Y, por su parte, Proudhon demuestra tener valores comunes y una adhesión poderosas a la herencia republicana política.