No se bien qué rumbo va a tomar al final pero por ahora me ha gustado cómo retrata la manera en que el nazismo y el odio radical se va manifestando e incrustando en la cotidianidad de un vecindario.
Me es inevitable leerlo en clave del genocidio en gaza y cómo Israel ha seguido al dedillo la estrategia de propaganda de Goebbels (que es el hilo teórico de la novela de Sánchez-Garnica). Lo hace todo más triste…